EL PERDÓN DE BUDA
Capítulo 25.4. El Presente Es Eterno
Charla Dharma 21/AGO/2025
Ven. Dr. Jinsim Hyoenjin
Capítulo 25.4. El Presente Es Eterno
Charla Dharma 21/AGO/2025
Ven. Dr. Jinsim Hyoenjin
El Buda descubrió lo mismo hace 2,500 años. Él intuyó que le faltaba algo. Se dio cuenta de que no podía contar con cosas exteriores para lograr su felicidad y su seguridad, puesto que todo es impermanente y transitorio, y por eso, son causas de descontento e insatisfacción.
Ante la experiencia de los tres mensajeros divinos, su percepción de enfermedad, vejez, y muerte, se dio cuenta de que esto le iba a pasar a él y a todos, y que nada en sí dura para siempre, así que nada puede proveer la seguridad de felicidad completa y permanente.
Sin embargo, había un cuarto mensajero divino, un renunciante u hombre espiritual. Este mensajero representaba otra forma de vivir, basada en renunciar lo que nos causa problemas, efectivamente, nuestros apegos.
Entonces, Buda comenzó a buscar algo más, algo duradero, constante, y confiable en su vida, distinto de la forma habitual de aferrarnos a cosas transitorias. Divagó años en encontrarlo, pero su propio descontento le despertó a la verdad.
Irónicamente, aunque el cuerpo en sí es limitado, impermanente, y causa de sufrimiento, no obstante, mediante el cuerpo y los sentidos, se despertó al hecho de que, si renuncias tu apego, es decir, a los placeres de cuerpo, si sueltas tu apego mental a las ideas, comparaciones y críticas de las experiencias, si puedes fluir con todo de una forma sencilla y natural, se descubre algo maravilloso, que la felicidad siempre es presente y accesible.
Al redirigir la luz de la conciencia hacia adentro y dejar atrás su enfoque en cosas exteriores y limitadas, se encuentra algo perfecto, eterno, y constante. ¿Qué es esto? No se puede describir, ni nombrar, sin embargo, es en todo momento, todo es una manifestación de esto, lo eterno, la sustancia original, la Esencia.
Todos tenemos la capacidad de volver nuestra atención hacia adentro y encontrar esta Esencia. Nos sentamos en el cojín y enfocamos la plena atención, la atención vigilante, en este momento, observamos como surge todo, dura un rato, cambia, desaparece, y se reemplaza con otro momento de otra sensación. Todo ser puede experimentar directamente el punto justo que incluye todo, el universo entero, esta presencia vital siempre presente.
Se descubre mediante este cuerpo, esta mente chica, estos seis sentidos. Cuando se tranquiliza la mente, cuando estamos completamente presentes, atentos a este momento preciso, con la mente calma y lúcida, entonces se experimenta lo que se llama samadhi, la mente libre de deseo, aversión, y delirio.
Samadhi revela la mente libre y se experimenta como felicidad pura con la capacidad de ver las cosas simplemente como son, sin distorsión. Esto es prajña o sabiduría innata. Al darse cuenta de esto, se libera al mismo tiempo amor puro, libre de delirio y autoengaño. No es necesario eliminar los sentidos, ni cerrarlos, ni rechazarlos, ni dejarnos enredar, lo que no es libertad.
Al evitar estos dos extremos, pasamos más allá de la dualidad, no renunciamos al cuerpo y los sentidos, renunciamos al apego a ellos y los aceptamos como lo que son, vehículos de experiencias transitorias, que revelan lo Eterno y Constante. Puedes disfrutar de los sentidos mientras que no te apegas a ellos. Y esta experiencia directa se vuelve placentera y útil, porque nos abre al descubrimiento de nuestro verdadero ser, esta presencia pura, perfecta, e ilimitada.
La naturaleza de la mente es luminosa. Entre más atención le prestas a la mente, más brilla ésta. Nuestras mentes son luz y amor. Todo es esta luz, no hay dos. Esta luz actúa en el mundo como amor. Aunque todo cambia, es vacío de un yo permanente, al mismo tiempo no se necesita aferrarse a este vacío, y no se necesita protegerlo tampoco, puesto que no hay nadie haciendo nada, todo simplemente ocurre sin que alguien lo cree.
Y esto te libera de preocupación, descontento, y agitación mental. Las kleshas de codicia, aversión y delirio se transforman en amor, compasión y sabiduría, y se percibe una alegría profunda de ecuanimidad y equilibrio sin dependencia a nada, ni cosa, ni sensación, mientras que a su vez toda cosa y sensación revelan la Verdad de lo Eterno.
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