ESTUDIAR EL
SÍ MISMO ES OLVIDAR EL SÍ MISMO
Charla Dharma 2/FEB/2014
Hyonjin Sunim
“Estudiar Zen es estudiar el sí mismo. Estudiar el
sí mismo es olvidar el sí mismo. Olvidar el sí mismo es volverse Uno con las
10,000 mil cosas.”
(Dogen, maestro Zen, Japón, Sigo 13)
¿Qué quiere decir
esta cita? Zen es una investigación de la mente en la que se descubre que no
hay un yo permanente ni independiente. Al soltar el yo, nos despertamos a ser
uno con todos los fenómonos del Universo. Pero, ¿cómo se puede descubrir
nuestro verdadero sí mismo si no hay un yo? ¿De qué se trata el yo o el ego? De
hecho, el yo de la mente chica es sólo un conjunto de ideas, memorias, y
patrones de pensar. Es útil y necesario para vivir en el mundo cotidiano, pero
como un fenómeno, no es una cosa en sí, no existe. Cuando nos identificamos con
este yo, nos causa todo tipo de sufrimiento. ¿En qué se basa este sufrimiento?
El Buda propuso Cuatro Verdades
Nobles describiendo el problema. Primero, la experiencia de la vida para
cualquier ser humano es dukka, lo que
significa en sanskrito, una sensación de incomodidad, descontento, estar
insatisfecho, en fin, sufrimiento. Pero, esta sensación no es una realidad en
sí; falta existencia real, siendo sólo una idea a la que apegamos. Entonces, el
orígen del sufrimiento tiene tres aspectos: el deseo por algo que no tenemos;
el deseo para conservar algo que ya tenemos; o el deseo para eliminar algo que
no queremos. Es como decir, el sufrimiento se crea por nuestros propios
pensamientos y patrones mentales. Además, se puede eliminar este sufrimiento
por medio de una práctica basada en ética, sabiduría, y compasión, o sea, el
Noble Sendero Óctuple, lo que incluye: 1. Correcta Comprensión; 2. Correcta Intención;
3. Correcto Habla; 4. Correcta Acción; 5. Correcto Sustento; 6. Correcta
Energía; 7. Correcta Atención; y 8. Correcta Concentración. Cuando caminamos
este Sendero Óctuple, vivimos libres del ego, en armonía con el universo, y
nuestras vidas mejoran. Además, nuestros amigos y familiares notan la
diferencia porque somos más tranquilos, pacientes y agradables.
Para liberarnos del ego, es
imprescindible comenzar una práctica basada en la meditación para tranquilizar
la mente y revelar la sabiduría inherente basada en el estudio del Dharma. El
Buda refirió a las Cuatro Verdades Nobles como la enseñanza única de Budas. Es
el punto de partida del camino llegando a la liberación. Hay que entender cada
una de estas Cuatro Verdades desde tres perspectivas, lo que el Buda llamó
vueltas, mostrando 12 vueltas en total. Estas tres vueltas tienen que ver con 1.
el reconocimiento de un problema; 2. el propósito de resolver el problema; y 3.
el darse cuenta que ya se está resolviendo el problema.
Por ejemplo, en cuanto a la Primera
Verdad, el reconocimiento del sufrimiento como un aspecto de la vida es la
primera vuelta, la que nos abre a la segunda, el propósito de penetrar y
resolver este sufrimiento, mientras advirtiendo como intentamos de escaparlo,
negarlo, o manipularlo para eliminar el descontento que nos causa. La tercera
vuelta es que estamos dispuestos a experimentar directamente este sufrimiento,
plenamente conscientes de el, pero sin movernos hasta que se desaparezca. Así,
practicamos con todo lo insatisfactorio en la vida, aprendiendo nuevas formas a
responder al sufrimiento, no sólo reaccionando inconscientemente basados en el
condicionamiento previo.
Ya llegamos a la segunda Verdad
Noble. La primera vuelta es el reconocimiento de que la causa de nuestro
sufrimiento es nuestro apego a los deseos. Penetrando este problema, la segunda vuelta es
el propósito de soltar el apego a los deseos. Tercera vuelta, percatamos que,
sí, estamos comenzando a soltandolos. En el proceso, podemos ver como el Yo de
la mente chica resiste cualquier cambio de lo habitual. Pero poco a poco,
aprendemos como la práctica espiritual nos libera de la tensión creado por la
creencia errónea de la mente chica.
En la Tercera Verdad, reconocemos
que hay una manera de liberárnos de este sufrimiento mediante el soltar de
nuestros apegos, o sea, el Nirvana, el que significa “apagar,” como cuando
soplamos una vela apagándola. Efectivamente, Nirvana es el apagar de las pasiones
conectadas a los deseos. La segunda vuelta es que Nirvana es realizable, y se
puede practicar a experimentarla. La tercera vuelta es que estamos realizando
Nirvana ahora mismo mientras que seguimos practicando con los apegos mediante
la atención vigilante.
La Cuarta Verdad Noble es el
reconocimiento del mapa que el Buda nos dió, revelando las herramientas para
lograr Nirvana. El Sendero Óctuple es un
guía mostrando como vivir de una forma ética, equilibrada, y armoniosa en el
mundo. La segunda vuelta es que deberíamos practicar este Sendero Óctuple para
lograr la paz de Nirvana. La tercera vuelta es ser conscientes que ya estamos
practicando junto con todos los Budas, liberándonos del sufrimiento que nos ha
seguido por incontables vidas.
Hace poco, tuve una experiencia
demostrando este proceso, cuando el dentista me informó que tenía que extraer
un diente mío antes de que me causara problemas más graves en el futuro. Me
primer pensamiento fue, “¡No puede ser! No quiero pasar por eso. Me va a doler
mucho. ¡Es injusto!” Como se puede ver, mi actitud fue que todo esto estaba
pasando a mí, acompañado con
aversión, miedo, resentimiento, y resistencia.
Por supuesto, las kleshas de deseo, aversión e ilusión en la mente me
causaron mucho sufrimiento. Tuve que sentarme un par de días, observando estas
sensaciones incómodas, experimentando directamente mediante la atención
vigilante el sufrimiento que me estaban causando. En medio de la meditación, me
di cuenta que sentía sufrimiento, no por la extracción del diente en sí, sino a
causa de mi miedo anticipando el dolor que me iba a causar y la aversión al
proceso de envejecimiento que implicaba. Fue un momento de claridad en la que
percibí mi sufrimiento, la causa de mi sufrimiento basada en el apego al miedo
y la aversión. Pero ya tenía la oportunidad de liberarme del sufrimiento por
medio de aceptación de lo que es la vida, soltando la causa del sufrimiento, mi
propia resistencia y miedo a lo inevitable. Consciente de esta tendencia, pude
soltar la creencia errónea.
El envejecer es inevitable, una
parte de la vida. Extracción de dientes también es una parte de la vida, todo
es impermenente. No ayuda nada fingiendo que pudiera escapar una parte integral
de la vida, lo que es el envejecer y eventualmente morir. En este momento, me
relajé, volviendo a la tranquilidad interior, dejándome ver donde había
aferrado a una idea. Por supuesto, nadie quiere que le extrayeran un diente,
pero por lo menos, no tenemos que hacerlo peor sintiendo miedo, aversión, resentimiento,
y molestia. Podía pasar por la experiencia viendola por lo que es, la vida en
sí. Como consecuencia, podía relajarme mejor durante el proceso y me recuperé
más rapidamente después, volviendo a mi rutina de conferencias y reuniones sin
drama. Me liberé en este momento de un patrón enfocado en el yo como el centro
del universo, abriéndome a la persectiva de que soy parte de algo natural en el
ciclo de la vida, el envejecimiento, la impermanencia, y la muerte eventual del
cuerpo. Son hechos. Todo es impermenente, nada dura para siempre. La paz en
aceptarlo es un vislumbre de Nirvana.
Puesto que no somos este yo de la
mente chica, se descubre que somos parte de algo más profundo, una esencia
percibida como la mente calma y lúcida. Siempre está aquí, si nos abrimos a
ella. Es un proceso de Iluminación continua que se cultiva en el presente mediante
la meditación y el estudio del Dharma. Una consecuencia natural de este proceso
es que estamos más disponibles a atender al sufrimiento de otros en la forma de
compasión.
Otro aspecto de lo que el Buda
descubrió en sus investigaciones de la mente, es que todo en el universo está
conectado profundamente, cada cosa creando y siendo creado por cada otra cosa
en el universo. No tenemos una existencia aislada ni separada. Sufrimos porque
no entendemos esta interconexión que depende en otras cosas y condiciones
previas manifestando el nacer, el perdurar, y el morir, o sea, el ciclo
continuo de la vida. Pero de hecho, este fluir sigue puesto que todo está inter-conectado
y ya que no somos separados, somos parte de algo más grande. La Iluminación se
basa en la realidad de que aunque no hay un yo real, sino un universo de lo que
soy una parte. En vez de tratar de controlar y manipular el mundo para ser
feliz, podemos dejar que el universo nos utiliza a nosotros para realizarse a
sí mismo. ¡Qué sorpresa! No somos el centro del universo, sino una parte
integral igual a todas las otras partes. Por tanto, ¡el universo está despertando e iluminándose por medio de nosotros!
Conscientemente viendo este proceso,
participamos con el libre fluir del mundo, sin intentar de controlarlo, más
bien percibiendo el sufrimiento mientras siendo libres del sufrimiento. No es algo
personal. Es simplemente como el mundo funciona en cada momento con causas y
condiciones interactuando entre sí resultando en ciertas consecuencias que a su
vez se vuelven las causas y condiciones que forman otras consecuencias. Sólo
por el lente restringido de un ego, lo evaluamos con juicios de deseo, aversión
e ilusiones. Pero el mundo simplemente es como es, con o sin nuestros
evaluaciones, rechazos, descontentos, y miedos. Soltando estas molestias
mentales, nos liberamos al fluir inmaculado del vacío, nuestra esencia
inherente compartida con todo y todos a nuestro alrededor. Momento a momento
practicamos para participar con este fluir, en vez de tratar de controlar,
bloquear, o evitarlo. La consecuencia es una paz constante en medio de un mundo
de cambios.
Si te gustó esta enseñanza del Buddha-Dharma, ¿podrías considerar una aportación a la Sangha MBZ?
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