AMAR Y SOLTAR
A CORAZÓN ABIERTO
Charla
Dharma 15/06/2014
Rev. Hyonjin
Sunim
Nuestra práctica nos deja ver la
tentación de encerrarnos, desconectándonos del resto del mundo, cuando nos
sentimos amenazados o vulnerables. Sin
embargo, es también una oportunidad de ver como este “yo” de la mente chica funciona,
y así entenderlo mejor. Nuestra capacidad de ver este proceso de la mente chica
nos da la oportunidad de pausar un momento antes de actuar en viejos modos
condicionados. Puede ser un momento liberador cuando no caemos en antiguos patrones
kármicos, los que distorsionan nuestras percepciones.
Esta
actitud de abertura nos deja abrir más libre el corazón. Así, el amor inherente
de nuestro ser puede fluir más fácil y espontáneamente puesto que no hay nada,
tal como el miedo del rechazo, que lo obstaculice. El amor es natural y puede moverse en cualquier
dirección cuando el yo de la mente chica no está bloqueándolo. Otros responden al amor igualmente con más
amor, afecto, y cuido. No es necesario forzar ni manipularlo. En cambio, cuando
operamos desde la perspectiva de amar con la expectativa de recibir algo de la otra persona, es un movimiento de
la mente chica, y observamos como este
tipo de amor es decepcionante. La verdad es que las otras personas no están
aquí para hacernos sentir bien con nosotros mismos. Eso es nuestro propio
trabajo cada uno en la práctica espiritual. Dependiendo en otros para suavizar el dolor
del corazón solitario, estamos funcionando desde una perspectiva arriesgada,
puesto que a veces la otra persona está allí para ayudarnos y otras no. Y cuando no están, nos sentimos decepcionados,
frustrados, y resentidos. Sin embargo, justo allí tenemos la oportunidad de
observar como los primeros dos venenos, o kleshas, nos gobiernan. Primero, la
codicia surge de un sentido de necesidad emocional. Cuando no nos satisfacen, ira y enojo surgen
de la decepción misma.
No
obstante, podemos aprender cómo actuar mejor. La codicia y la ira operan
basadas en el tercer veneno – delirio o confusión. Desde hace mucho tiempo, poco a poco, hemos
perdido contacto con nuestra propia esencia, nuestro verdadero centro, tomando
erróneamente este cuerpo/mente como nuestro yo verdadero. Nuestra disciplina
espiritual nos deja volver a la Fuente de nuestro ser. Podemos convertirnos en
nuestro propio mejor amigo/a, sin la necesidad de otros para apoyarnos. Esto no
significa que nos mantengamos distantes y aislados de los demás. Al contrario, este es el Lugar desde el cual la
verdadera compasión, amor, y sabiduría pueden fluir. Es nuestra Naturaleza Verdadera, la Naturaleza Búdica de nuestro Yo Iluminado
guiando y enseñándonos. Entonces, toda experiencia puede ser un aprendizaje
valioso por la mente del principiante, abierta e inocente, la actitud de “no lo
sé”. Este fluir nos beneficia en otras formas también. Con esta intención de
amar sin apego ni expectativa, aprendemos más y más la importancia de soltar,
ya que podemos ver con claridad como tendemos a apegarnos a esta persona o a
otra, esta situación o aquella. Cuando las personas pasan por nuestras vidas,
tocando nuestros corazones con ternura y amor, es natural extrañarles y sentir la
pérdida cuando ya ellas se han ido, saliendo por la puerta de experiencia de nuestras
vidas. Pero podemos elegir entre prolongar el dolor queriendo que sea
diferente, queriendo que todo volviera a lo de antes, o podemos dejar el
sentido de pérdida simplemente pasar por nosotros sin aferrarnos.
Esta enseñanza es el
precio que tenemos que pagar por la abertura del corazón, aunque nos traiga momentos
de tristeza. Nos pone en relieve la enseñanza de la Segunda Verdad Noble del Buddha,
que la causa de nuestro sufrimiento es el apego, cuando nos aferramos a cosas
que inevitablemente desvanecen, y por lo tanto, no se las pueden conservar para
siempre ni depender en ellas por nuestra felicidad. El extrañar a alguien no es
el problema, es parte de la condición humana y parte de este reino de la
existencia. Cuando entendemos que la sensación no es el problema, podemos
soltarla más y más fácilmente cada vez que surgiera. Todas las cosas
condicionadas surgen y desvanecen siempre. Mediante nuestra práctica espiritual,
estamos aprendiendo soltarlas como problemas, como cosas inaceptables.
Tendemos a pensar si
solo esta persona pudiera hacer una u otra cosa diferente, estaría yo feliz y
sin problemas. Esta creencia fundamental es la que nos empuja hacia un nuevo
nacimiento en esta vida. Es esencialmente un aferrarse a la creencia que algo o
alguien pueden satisfacer este anhelo por armonía, seguridad, y sentirse completo.
Nos aferramos a algo o alguien del pasado que nos hicieron sentir contentos por
un rato. Al mismo tiempo, buscamos una forma de sentir diferente de lo que nos
causaba decepción en el pasado. Estamos en un balancín de búsqueda y rechazo,
sube y baja, expectativa y decepción. Es
una forma de entender Samsara, la rueda de nacer y morir, lo que se perpetúa
hasta que por fin reconocemos que la búsqueda por la verdad debería ser
interior y espiritual, y no ubicada en cosas, circunstancias, o personas
exteriores.
Puesto
que nos aferramos a delirios que son aceptables a la sociedad en la que
vivimos; por lo tanto, pasan desapercibidos. Sin embargo, no desvanecen.
Mientras que seguimos motivados por estas expectativas falsas, reforzamos la
tendencia misma que las mantiene. Seguimos apretándonos estas creencias tan
fuertes a nuestro pecho que se vuelven por dados como cosas reales y aceptables.
Cuando nos encontramos decepcionados,
lloramos porque nada salió como esperamos, o porque nos abandonaron otra vez.
Nunca miramos a esta falacia en sí, culpando a algo, a otros, o a nosotros
mismos. Al mirar a este patrón, comenzamos el primer paso de la práctica
espiritual – miremos el hábito mental de echarle la culpa. Así, podemos soltar
las expectativas, deseos, y anhelos que nos mantienen descontentos. Estamos
aquí para crecer más allá de nuestras perspectivas limitadas del mundo para que
apreciáramos una vista más amplia de oportunidades, con más libertad y más
alegría. Es aprender vivir en el Fluir
Inmaculado de la Fuente Eterna, la recompensa por nuestra práctica de amar y
soltar al corazón abierto.
Bibliografía
McGuire,
R.M. (Roshi) Meiten. “Open Hand, Open Heart” y “I Never Promised you a Rose Garden”, Vancouver Island Sangha, Canadá.
GRACIAS POR TU APORTACIÓN EN APOYO DE LA SANGHA MBZ.
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