SENSACIONES
Charla Dharma
22/06/2014
Rev. Hyonjin Sunim
Origen Dependiente es la enseñanza del Buddha de
como un ser se manifiesta, vida tras vida, basado en condiciones y tendencias
kármicas, (samskaras), siguiendo la
ignorancia o delirio del previo ser que murió creyéndose separado del No-Nacido.
Estas samskaras son los impulsos mentales de actuar basados en las intenciones
habituales del previo ser, y son kármicas puesto que producen consecuencias
clasificadas como buenas, malas, o indiferentes. Uno de los efectos de estas
consecuencias es como nos sentimos, o sea, las sensaciones (vedanas). Estas tendencias y sensaciones
componen dos de los cinco agregados (skandhas) que forman los aspectos de
nuestra experiencia como un ser humano. Los otros tres son forma o corporalidad
(rupa), percepción (samjna), y consciencia (vijnana). Cuando Buddha entró en
estados profundos de meditación, no encontró nada más que estos 5 agregados
formando lo que se asocia como el yo, el ego, o el sí mismo. Además, encontró
que son iguales a todas las cosas condicionadas del universo, ya que surgen,
perduran un rato, y luego desvanecen, en fin, son impermanentes. Cuando nos identificamos con estos cinco
agregados transitorios de nuestra experiencia, entonces tarde o temprano
sufrimos simplemente porque no perduran para siempre. Los Budistas han
comparado estos agregados a las nubes pasando por el cielo, cubriendo momentáneamente
nuestra capacidad de percibir el vasto color azul que siempre está presente
como nuestro verdadero ser.
Cuando
nos sentamos como un buddha en meditación, nos damos la oportunidad de despejar
a golpe de soplidos las nubes del cielo de nuestra consciencia. Es difícil,
puesto que estamos muy aferrados a estas nubes, creyendo que son lo que
somos. La práctica es cultivar nuestra capacidad
de soltar estos agregados, desafiando y cuestionando nuestras viejas creencias,
opiniones, emociones, y soberbia, todo lo que apoya nuestra ignorancia básica
de lo que damos por hecho que somos.
La
práctica consiste en prestar atención a las sensaciones, las que se
experimentan como agradables, desagradables o neutras. Al darnos cuenta que la
sensación está surgiendo, la miramos sin involucrarnos, es decir, sin
recriminaciones, apego, ni auto-crítica. Cuando recordamos que las sensaciones
son consecuencias de previos actos, vemos que no podemos elegir cuales sensaciones
vamos a tener o no tener. No obstante, seguimos creyendo que de alguna forma
somos responsables por las sensaciones. Solemos decirnos, “Vaya, no debo sentir
esto” y nos molestamos. Si una sensación de enojo surge, es porque nosotros,
juntos con otros seres en nuestro corriente kármico, hemos continuamente
reaccionado expresando enojo en situaciones pasadas. Es como si nos hayamos
hecho surcos en el cerebro con nuestras reacciones habituales desde siempre. El
enojo es nuestra forma de siempre responder a la misma situación en la misma
manera. Ahora, cada vez que la situación surge, sentimos la misma sensación de
enojo puesto que nos hemos reaccionado así en el pasado. Es lo mismo con
cualquier sensación, aunque sea agradable o desagradable, elevada o depravado,
altruista o egoísta.
Sin
embargo, incluso se puede aprovechar estas sensaciones al beneficio de nuestra
práctica. Cuando meditamos, surgen sensaciones buenas de paz, tranquilidad, y
agradecimiento. Aunque son agregados, son consecuencias positivas de nuestra
decisión de sentarnos en meditación y soltar sensaciones negativas. Es una elección para practicar, resultando en
karma positivo de sensaciones agradables y positivas. Las experiencias de
gratitud, alegría, y tranquilidad son el fruto de nuestra práctica. No creamos las
sensaciones agradables ni las desagradables. Las agradables son fruto de la
práctica cuando la mente chica del ego ya suelta su control. La consecuencia de
esto es karma positivo. Nuestra práctica nos enseña cómo elegir acciones que
resultan en consecuencias más positivas, disminuyendo las acciones resultando
en consecuencias negativas. Por esto, seguimos meditando cada día, puesto que
nuestras vidas experimentan más bien estar, consecuencia de decisiones para
elegir actos positivos que manifiestan sensaciones más agradables. Igualmente,
cuando encontramos medios hábiles más eficaces para manejar sensacion es de enojo
y resentimiento, estas sensaciones disminuyen, poco a poco perdiendo su
intensidad, y eventualmente no surgen más. Esto es el trabajo espiritual:
enfocamos la luz de nuestra consciencia, nuestra atención vigilante, en
cualquier experiencia que surgiera, luego eligiendo formas de responder que
fortalecen nuestro crecimiento espiritual en vez de recaer en viejos hábitos
negativos.
Nuestra
práctica es un proceso gradual de transformar codicia, ira, y delirio en
compasión, amor y sabiduría. De hecho, nuestra Naturaleza Búdica en sí es
compasión, amor y sabiduría, y no son sólo sensaciones pasajeras surgiendo como
consecuencias de buenas acciones. Son dos maneras de describir lo mismo, como
agua y mojado. No se puede tener agua sin lo mojado. Mientras que nuestra
práctica madura, experimentamos estas cualidades más y más como lo que somos, y
no solamente como sensaciones pasajeras. Esto es lo que pasa cuando hacemos Los
Preceptos nuestra sangre y hueso. Por lo tanto, la Iluminación no es un punto
final, sino un proceso en el cual hay Iluminación tras Iluminación tras
Iluminación. Cada vez que se experimenta un despertar profundo, se lo suelta, cultivándolo
continuamente, llegando a la Iluminación una y otra vez. Simplemente seguimos
practicando así continuamente, aprendiendo más y más sin apego a ninguna
condición, ya que cualquier condición es transitoria, mientras que nos
identificamos más y más profundamente con lo que ES, lo que no cambia, no
muere: El No-Nacido. El Buddha enseñó: “Hay un No-Nacido, No-Muerto, No-Cambia,
No-Creado. Si no fuera así, no habría escape de esto aquí, lo que nace, muere,
cambia, y es creado.”
Se
puede usar todo en nuestra práctica, incluso todas nuestras preguntas y dudas
que nos revelan el fruto de la comprensión, dejándonos soltar más y más,
permitiéndonos regresar al Lugar del Silencio, el que siempre está aquí y es la
Verdad de nuestro verdadero ser. Al madurar
en nuestra práctica, nos damos cuenta que todo
lo que pasa es por el bien. Ya no es necesario de dividir el mundo en lo
que es bueno y malo desde la perspectiva del ego. Nos liberamos de esta
dualidad. Estamos en el camino de la liberación en el que todo nos enseña y
nada se excluye. Cuando damos prioridad a la práctica espiritual, nuestras
vidas se vuelven más relajadas y tranquilas, puesto que las kleshas de codicia
e ira se han debilitado, ocurriendo con menos frecuencia. No se puede hacerlas desvanecer. Más bien, momento
a momento, nuestras elecciones libres del ego, informadas por la Naturaleza
Búdica, las dejan transformarse en compasión y amor.
El
Buddha enseñó que no hay un yo separado, anatta,
y que todas las cosas son vacías y puras, lo que significa que son libres de la
creencia errónea de un yo permanente y separado (vacío), sabiendo que este yo
es una fabricación no real (puro). Así se puede fluir con la Vida misma. Nuestra
práctica es continuamente soltar todo lo que surgiera en cualquier momento,
para que viviéramos más plenamente esta vida presente, dispuestos a practicar
justo en medio de cualquier circunstancia, sin importar lo difícil que sea. Practicamos por practicar, sin objeto final,
dispuestos a soltar una y otra vez el fardo de un yo inexistente en este
momento preciso.
Bibliografía
McGuire, R.M. (Roshi) Meiten. (Por publicar próximamente) “Feelings.” Returning to Stillness. Vancouver
Island Sangha: Canadá.
GRACIAS POR TU APORTACIÓN A LA SANGHA MBZ
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