Principios de la práctica zen:
Iluminando el Origen
Por Jeff Shore
http://beingwithoutself.files.wordpress.com/2011/07/principios.pdf
Traducido al español por Ven. Dr. Hyoenjin Prajna
Calma y lucidez
Esta
conferencia es acerca de los principios de la práctica zen. No sólo hablaré
acerca de
dichos
principios, sino que iré junto con ustedes a través de estos principios en la
práctica, de
manera que
podamos obtener un sentido concreto de lo que estoy hablando.
Déjenme
empezar con dos simples palabras: “calma” y “lucidez”. Si ustedes pueden
comprender el
significado de estas dos palabras en el budismo zen, entonces ya lo tienen. Eso
haremos.
Cuando ustedes practican el budismo, pueden surgir muchas preguntas: ¿De dónde
empezamos a
realizar nuestra práctica? ¿Y hacia dónde estamos yendo con esta práctica?--
¿Con qué fin?
¿Para quién nos sentamos en zazen? ¿Para quién estamos practicando? Si
simplemente
nos sentamos para nosotros mismos, eso ciertamente no funcionará. Pero
tampoco
funcionará si nos sentamos para los demás. Yendo más al punto, cuando
sinceramente practicamos,
¿Quién se está sentando? Estas preguntas pueden ser algo
“in-quietantes”
y las respuestas bastante poco claras. Pueden saber de antemano que al
sentarse en
zazen se “supone” que deben estar en calma y con lucidez. Aunque de hecho, a
menudo, no
estamos calmados y no tenemos lucidez. Quizás sea por eso que muchos de
nosotros
estamos aquí esta noche. Quizás queremos tener calma y claridad, pero no las
tenemos.
Permítanme
leer una cita de un libro clásico del budismo — no del zen — por Walpola Rahula,
un reconocido
erudito monje theravada, es uno de los más famosos libros en inglés
acerca del
budismo,
llamado: “Lo que Buda enseñó” (“What the Buda Taught”)
Éste es el origen
de todos problemas en el mundo, desde los conflictos
personales
hasta las guerras entre naciones. En resumen, hacia este punto de
vista falso
se puede seguir el rastro de todo el mal del mundo.
¿Qué es “Éste”
en esta cita? ¿De qué está hablando? Suena muy grande y pesado,
¿verdad?
Él está
hablando del ego. El ego, ese falso sentido del Yo, es el origen de todos
nuestros
problemas.
Pero en el budismo es, técnicamente, “un punto de vista falso”. El ego no es
real.
Es una
ilusión. Es un punto de vista irreal e inexacto de lo que realmente es. No hay
tal cosa. E
incluso todos
sabemos que puede ser una vana ilusión muy dolorosa, poderosa y peligrosa.
Quizás
algunos se sientan incómodos por el empleo de la palabra “el mal”. ¿Por qué un
budista
utiliza tal
término? Yo creo que él utiliza esa palabra para distinguirlo, de por ejemplo,
un
desastre
natural como un terremoto. Eso no es maldad, aunque puede ser una tragedia
terrible.
Sin embargo,
ya no es así de simple, porque ahora sabemos que incluso los desastres
naturales
pueden ser producto del abuso al medio ambiente.
De todas
formas, dos puntos están claros. Primero: el ego es el problema. El otro punto
es que
es una
ilusión, una muy tenaz, pero ilusión al fin. Así que, ¿qué haremos al respecto?
¿Cómo
conseguiremos
alejarnos de ese falso sentido del yo, con su codicia y falta de lucidez y
calma?
Como método
práctico, hay muchos tipos diferentes de meditación budista. Tomemos dos
problemas
concretos y veamos cómo los antiguos sutras budistas lidian con ellos.
Combatiendo el fuego con fuego
Digamos que
estás practicando zazen y hay un pensamiento que continúa apareciendo. Quizás
estás enojado
acerca de algo, o con alguien. Quizás aún sientes odio hacia esa persona. Estás
tratando de
calmarte pero es imposible porque estas emociones fuertes continúan
apareciendo.
En ese
momento son más reales que tu intento de hacer zazen.
Un método muy
simple es lo que yo llamo combatir el fuego con fuego, o combatir el fuego con
agua. Se
trata de generar un pensamiento, hablando relativamente, un “buen” pensamiento,
para
deshacerse de un “mal” pensamiento. Cuando sientas enojo, odio o venganza que
es tan
fuerte que no
puedas practicar zazen, entonces imagina a esa persona por la cual sientes
mucho odio y
sólo trata de producir un sentimiento de amor hacia esa persona y permite que
el
sentimiento
de odio se desvanezca. Los sutras entran en gran detalle para mostrar como
hacer
esto. No
quiero entrar en detalles ahora, pero el método es claro. Cuando encuentres que
has
tomado una
actitud negativa hacia alguien o algo, conscientemente cultiva lo opuesto.
Puede
no ser fácil
al principio, pero a medida que pase el tiempo podrás realmente superar ese
sentimiento
de odio. Se disuelve. Puedes entonces manejar, con calma y lucidez, esa
situación
o persona que
odias. No se trata de que ocultes tus sentimientos. En realidad, son
transformados.
Más que una meditación, esto podría verse como un método específico para
superar un
problema particular que no te permite meditar o desenvolverte naturalmente en
el
mundo. Estos
sentimientos de enojo u odio se disolverán y disiparán. Luego en cierto sentido
podrás volver
al trabajo real.
Otro ejemplo
es cuando sientes una fuerte pasión o deseo. Digamos que estás tratando de
practicar
zazen pero continúan apareciendo pensamientos eróticos. Y estás siendo invadido
con estas
imágenes. En los sutras existen técnicas de meditación para eso también.
Obviamente,
los monjes y monjas de hace 2500 años atrás tenían los mismos problemas. Una
técnica es
simplemente imaginar el objeto de deseo y verlo muy claramente, observarlo.
Ahora
imagínalo con
60 años de edad. Los sutras incluso sugieren ir a un cementerio y meditar sobre
los cuerpos
muertos en varios estados de descomposición, pero puedes hacer esto en tu
imaginación
también. Piensa en esas formas hermosas, en ese cuerpo hermoso e imagina
claramente
cuál sería su apariencia si tuviera 60 u 80 años con todas sus arrugas y
encorvado.
Y luego
imagínalo de 100 años. Quizás esté muerto ahora, descomponiéndose, con gusanos
saliendo de
la cuenca de sus ojos, rezumando líquidos, imagínalo con detalle. Aquí también
estás
combatiendo el fuego con fuego, o combatiendo el fuego con agua. Después de un
rato
la bella
imagen ya no es bella para nada. No lo estás reprimiendo o rehusándote a verlo.
Más
bien, ya no
lo estás viendo solo de una manera; ya no estás ciego de lo que ves. Estás
viéndolo de
una manera diferente, de una nueva manera. Y funciona tanto si es una persona o
una cosa,
digamos un automóvil nuevo con el cual estás obsesionado. Repito, ésta es una
técnica de
meditación específica para un problema específico.
Las tres marcas:
Transitoriedad, In-satisfacción, Sin Ego
¿Pero cuál es
el objetivo de la meditación budista? ¿Qué estamos tratando de “conseguir”?
¿Estamos sólo
tratando de deshacernos de todos los deseos, todos los sentimientos, etc.?
¿Eso no puede
ser así, verdad? Pero entonces ¿Cuál es el fin real? ¿Cuál es el punto? La
terminología
tradicional budista — no estamos tratando del zen todavía — menciona tres
cualidades de
la existencia. Todo: tú, tu amigo, tu enemigo, tu enojo, tu pasión — todo tiene
estas tres
características. Eso es lo que estamos tratando de ver calmada y lúcidamente en
la
meditación.
En otras palabras: cuando transformas odio en amor, eso es algo bueno, pero no
es la meta
final de la meditación. La meta final es realmente ver a través de todas
las cosas,
calmada y
lúcidamente verlos marcados como “transitorios”, “in-satisfactorios”
y “sin ego”.
Todo es
transitorio o impermanente, tanto si es un sentimiento de odio o un deseo
sexual. La
belleza
también. Estos no existen inmutables para siempre. El segundo aspecto es
llamado
dukkha en pali. Dukkha
es también la primera noble verdad, a menudo traducida como
“sufrimiento”.
Yo lo traduzco como “in-satisfacción”. Todo es pasajero o impermanente y
así se
caracteriza in-satisfactorio.
Todo lo que es, es en última instancia inestable. No podemos
adherirnos
completamente a nada. La tercera característica es que todas las
cosas carecen de
ego. Estos
tres aspectos son el principio fundamental detrás de todo tipo de meditación
Budista. En
cada genuina meditación budista puedes ver la realidad que está ahí:
impermanecia,
in-satisfacción o inestabilidad y sin ego.
Nada a que aferrarse
Puedes ver
cuán interconectadas están estas tres cualidades. En cierto sentido están
diciendo
la misma cosa
pero desde distinto ángulo. Así que deberíamos ser capaces de simplificarlo aún
más y según
los sutras pali, Gautama Buda hizo eso en realidad. En dos lugares de esos
sutras está
registrado que a Gautama Buda se le preguntó si podría explicar la esencia de
su
enseñanza en
una sola frase. Él les replicó, sí: “No hay nada, lo que sea, a lo cual
debiéramos
aferrarnos”.
Ésta es otra manera de decir lo mismo: que todo es transitorio, inestable o
variable
y sin ego
sustancial. No hay nada a lo cual apegarse, a lo cual sujetarnos, a lo cual
aferrarse.
Eso puede
sonar muy negativo, muy nihilista. El budismo antiguo a menudo sonaba de esa
manera. Pero
finalmente, adonde vamos con eso es hacia algo muy, pero muy positivo. Es la
liberación.
La total liberación, por nosotros mismos. Nada a lo cual aferrarse: ésa es la
base de
la filosofía
budista, pero también de la meditación budista.
El budismo no
nos está diciendo que no nos deben importar las cosas, que no debiéramos
amar a
nuestra familia, etc. Más bien no deberíamos aferrarnos — no deberíamos
estrangular
lo que
amamos, con posesividad y celos. Todos conocemos el dolor y sufrimiento que
viene de
eso.
Permítanme
ponerlo de una forma más directa: No hay nada a lo cual aferrarse. Ya sé, que
quizás suene
como un comercial de detergente o algo parecido. Pero es verdad. No hay nada
en ningún
lugar a lo cual aferrarse, ni dentro ni fuera. Aún más importante y básico: ¡No
hay un
Yo del cual
aferrarse tampoco! No solamente, no hay nada fuera de ustedes de lo cual
pudieran
aferrarse, tampoco hay dentro un Yo del cual aferrarse. Darse cuenta de esto,
lograr
esto, es el
corazón y alma de la práctica budista.
Directamente al meollo del
asunto
Ahora
hablaremos sobre el zen. En cierto sentido, el enfoque de la meditación zen o
zazen es
diferente.
Por supuesto que es una clase de meditación budista, pero es de una clase
distinta.
Tanto si es
zen antiguo o moderno, chino, coreano, japonés, vietnamita, rinzai o soto,
zen koan
o el zen de
sólo sentarse, todos ellos comparten una cualidad única esencial. ¿Cuál es? Una
expresión
china utilizada muy a menudo, consistente en cuatro ideogramas, describe la
esencia de la
práctica zen de forma muy acertada y simple: "Voltea la luz e ilumina
hacia tu
propia
naturaleza”. Esta expresión se encuentra en los registros de Rinzai, como
también en
los de Dogen,
y en muchos otros maestros zen, desde los inicios del zen al presente. Era un
término
importante para Chinul, el padre del Son o zen coreano, y hoy en día es
una clase de
lema para la
universidad donde enseño, una institución afiliada al zen en Kioto.
La “luz” de
la que se habla aquí es una metáfora de la consciencia. En vez de tratar con
problemas
específicos que pueden aparecer —combatir el fuego con fuego o el fuego con
agua— la
práctica zen se enfrenta directamente con el problema de la consciencia misma.
Esto
de ninguna
manera nos sugiere que otras meditaciones budistas no son importantes o útiles,
incluyendo
aquellas que mencioné brevemente más arriba. ¡Por el contrario, los practicantes
occidentales
de zen harían bien en practicar y dominar la disciplina básica de la meditación
budista! Sin
embargo, finalmente permanece el hecho que la práctica zen requiere dar un
salto
directo al
meollo del asunto.
Esa es la
fortaleza, pero también la debilidad de la práctica zen. Su fortaleza es que
puede
acortar de un
solo tirón, el permanente retorno de la consciencia ordinaria. Su debilidad, y
esto
ha sido
señalado por los antiguos patriarcas zen tales como Tsung-Mi a principios del
siglo IX,
es que su
cualidad directa que es su fortaleza, cuando no es llevado a cabo
apropiadamente,
puede ser
fácilmente distorsionada. Entonces fácilmente puede degenerar en algo como
“cualquier
cosa está bien mientras sólo me siente en zazen y ‘sea’, no tengo que hacer
nada”.
Finalmente no
es algo que ustedes hagan, pero se necesita practicar con paciencia y
diligencia.
Déjenme tratar de explicarlo.
Iluminando la fuente
¿Qué
significa voltear la luz e iluminar hacia tu propia naturaleza, proyectar la
luz de la
consciencia
hacia tu propia naturaleza? Primero veamos qué estamos haciendo normalmente
con nuestra
actual consciencia. Estamos muy acostumbrados a movernos con —y a ser
movidos por— nuestra
consciencia, que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Sin embargo, así
es y esta
sutil actividad de nuestra consciencia es casi constante. Continuamente estamos
yendo hacia
lo que buscamos y deseamos, o alejándonos de lo que nos disgusta, tanto si
imaginamos,
vemos, deseamos, sentimos, odiamos o amamos, etc. A través de la meditación
budista este
sutil movimiento puede saltar al primer plano y disiparse naturalmente con el
tiempo.
El punto de
voltear la luz de la consciencia hacia tu propia naturaleza es, por supuesto,
iluminar
realmente la fuente.
¿La fuente de qué? La fuente de todo. No sólo de la consciencia sino
también de
todo lo que estamos conscientes. Aquí y ahora, todo lo que está alrededor de
nosotros y
dentro de nosotros; hay ladrillos, almohadas, gente, sentimientos de amor y
odio,
etc. ¿De
dónde viene todo?
No hay
necesidad de recurrir a ninguna realidad metafísica o trascendental, o a un
Dios
sobrenatural
para que conteste eso. Simplemente estamos señalando la fuente de nuestra
consciencia
actual. Cada uno de ustedes ahora está escuchando. Y cada uno de ustedes no
está alejado
de la fuente de la consciencia mientras están escuchando. Pero no se dan cuenta
directamente.
(Y no hay otra manera de darse cuenta que de manera directa.) ¿Por qué
no se
dan cuenta de
ello? Simplemente porque están acostumbrados a convertirlo en una almohada,
o en un poco
de incomodidad, o en sentimientos de amor y odio, o en un pensamiento como:
“¡aquello es
estúpido!” o “¡aquello es brillante!”. El zazen o práctica zen, es penetrar
simple y
directamente
en esa fuente, justo aquí, justo ahora. Una vez más, les pregunto: No a
dónde
está yendo su
consciencia, sino ¿de dónde viene su consciencia —ahora mismo?
El zen
cuidadosamente envuelve todo el paquete y lo pone suavemente a nuestros pies. O
como lo
menciona otra expresión zen china: el fruto es cuidadosamente pelado y puesto
en tu
boca —todo lo
que tienes que hacer es comértelo.
¿Qué puede
ser más simple que eso? ¿Y cuándo puedes trabajar en eso? Exacto: en cualquier
momento, en
cualquier lugar. Porque siempre está ahí en cada momento de consciencia. No
necesitas
intentar regresar a algún momento pasado, ni anhelar por un momento futuro.
Tampoco hay
necesidad de ir a un lugar especial, o entender algún viejo koan, o que alguien
con autoridad
te lo señale. No importa cuan confundido o engañado estés ahora, ¿de dónde
diablos crees
que viene todo? Por supuesto, hablando en forma práctica, algunos caminos
pueden ser
más fructíferos que otros —otra razón para la disciplina y la práctica budista
sostenida.
Pero nada está apartado de la fuente. ¿Alguien puede negarlo?
Bien, de una
vez por todas dejen su ilusoria búsqueda por algún estado o condición donde
creen que
deben estar. ¡No necesitan cometer el mismo error otra vez! Más bien,
simplemente
permitan que
su actual consciencia regrese a su fuente. Diríamos que es un sutil pero
esencial
cambio de
dirección. No yendo tras lo que vemos u oímos. Con algo de experiencia en
zazen,
es
relativamente fácil hacer que la mente deje de perseguir varios sonidos y
vistas que
pudieran
aparecer en el exterior. Pero “voltear hacia tu propia naturaleza” no significa
dejar de
usar sus
sentidos externos e “ingresar” —en un mundo de pensamientos, emociones o
imágenes,
etc. Estos eventos internos no están más cerca de la fuente que aquellos
externos,
pues también
ya han sido convertidos en algo por nuestra inquieta consciencia. “Voltear la
luz
de la
consciencia hacia tu propia naturaleza”, significa regresar a la fuente misma
—la fuente
de lo que
está adentro y afuera. Recuerden, la actividad interna del pensamiento y
sentimiento
es sólo la
activación del sentido mental. La mente es uno de nuestros órganos sensoriales,
igual que la
vista y el oído. No hay necesidad de quedar envueltos en ello. El zazen es,
poniéndolo
muy simple, ese sutil “movimiento” de la consciencia replegándose a su fuente.
Y
esa fuente
siempre está aquí y ahora. ¿Dónde más podría estar?
Ahora pueden
ver porqué el utilizar una herramienta que los ayude, puede al contrario,
desviarlos.
Es por eso que la práctica zen es, en cierto sentido, el hecho de quitarse
todo. No
es utilizando
alguna herramienta, no es dándoles algo para contemplar. Aunque les
recomendaría
primero aprender la disciplina meditativa budista básica. Pues de otro modo,
probablemente
continuarían con sus viejos hábitos mentales, o serían atrapados y envueltos
por algún
pensamiento profundo, o por una emoción o percepción desbordante que pudieran
o no tener.
¡Detente!
Algunas veces
la cita acerca de voltear la luz e iluminar hacia tu propia naturaleza se da
junto
con otra
metáfora china concreta, que consiste en dos ideogramas que literalmente
significan
“un Paso
Atrás” pero quizás se traducen mejor como “¡Detente!“. En otras palabras, el
primer
paso hacia
atrás, significa detenerse completamente —cesar todas las actividades de nuestra
consciencia
ordinaria. Sin eso, el zazen es imposible, comprender e ingresar a la fuente es
imposible
Normalmente te sientas ahí y sigues a un pensamiento, luego a otro pensamiento,
a
ese sonido, a
ese dolor en su pierna, a ese sentimiento placentero, o lo que sea. En cierto
sentido, el
zazen empieza poniendo fin a eso. Pero éste “poner fin” no es un acto de la
voluntad.
Cualquier acto de la voluntad también está continuando con el movimiento
ilusorio.
Poner un alto
a esto es simplemente permitir que la consciencia ordinaria de las cosas
desaparezca,
y así ingresas directamente a la fuente misma.
No significa
cerrar tus ojos y oídos y detener toda actividad consciente tampoco. Significa
no
seguir a esa
consciencia y convertirla en algo: sea un sonido, vista, olor, pensamiento,
imagen
o emoción.
Poner un alto a las actividades de la consciencia ordinaria y seguir su rastro
hasta
llegar a la
fuente. Dejar de salir al mundo externo —o al mundo interno de los pensamientos y
emociones.
Dejar de crear cosas. Ver lo que es, aquí mismo y ahora —antes de la creación,
antes de que
hayas creado algo. Antes que lo hayas vuelto algo, antes que se levante algún
pensamiento.
¿Ves cuan
simple es el zazen? Entonces continúa hasta que eso desaparezca. Y
tampoco te
apegues a esa
“fuente”.
Esta es una
manera de describir el proceso real del zazen. En cierta manera es un poco
diferente de
las formas tradicionales de meditación budista, las cuales tienden a tener al
principio un
objeto particular sobre el cual trabajar. Por ejemplo, convertir el odio en
amor, o
transformar
el deseo sexual viendo claramente a través de la impermanencia del objeto
deseado, como
se mencionó anteriormente.
Práctica que cobra vida
Calma y
lucidez —en cierto
sentido de eso es todo lo que estoy hablando. Claramente ver a
través y
permanecer en la fuente de todo, a cada momento de nuestra vida. Por supuesto,
incluso
después que te hayas levantado de hacer el zazen, eso también significa: Ver y
ser ésa
fuente ya sea
que te levantes y hagas algo, mientras actúas, mientras tomas una decisión,
mientras
piensas. No se trata sólo de estar sentado quieto y no hacer nada. Eso es
inútil,
incluso menos
que inútil. El zazen tiene que cobrar vida en las actividades del mundo real.
El
zazen no es
un asunto de sentarse por un rato y conseguir un descanso o un sentimiento de
paz o lo que
sea, para que luego se disipe y disminuya mientras salimos al mundo. De una
vez,
ilumina la
fuente misma de la consciencia, entonces ya no habrá más necesidad que tú
alumbres con
tu luz sobre la fuente. La fuente estará constantemente iluminándose a sí
misma,
y todo estará
maravillosamente claro y vivo. Sin que se origine ningún pensamiento. Tú eres
esa fuente.
Date cuenta.
Por supuesto,
es un proceso para el cual se necesita disciplina. Y en cierto sentido
necesitas
ser capaz de
aprender cómo hacer eso, aprender a como dejar esa tendencia habitual de ir
hacia el
mundo externo o al mundo interno de los pensamientos, ideas, imágenes, etc. Si
lees
los sutras y
los manuales de meditación, hay muchas clases de consejos buenos y concretos
acerca de
cómo hacer eso. Una vez que tú te veas siguiendo a un pensamiento puedes
aprender a
rastrearlo hasta su fuente. O simplemente puedes retornar a tu foco meditativo,
ya
sea la
respiración o algo. O puedes cortar activamente cada pensamiento que se
origine. Hay
muchas
diferentes maneras. Pero una de las grandes percepciones de la meditación zen
que
ha sido
mencionada desde el principio es que el mismo esfuerzo de cortar un pensamiento
es
también otro
pensamiento. El mismo esfuerzo de tratar de hacer eso significa que ya has
producido un
pensamiento, ya lo has vuelto en algo y ahora estás tratando de detenerlo. Como
se diría: la
flecha ya ha sido lanzada.
Siempre está
aquí mismo, aunque digas que tienes que “retornar a ello” eso es decir
demasiado.
Esto suena muy fácil en los manuales:
Cada vez que
aparezca un pensamiento, date cuenta de ello; tan pronto como te
des cuenta de
ello, se desvanecerá. Si permaneces por largo tiempo sin pensar en
los objetos,
llegarás a estar unificado naturalmente. Éste es el arte esencial del
zazen.
He pasado
mucho tiempo intentándolo, pero algunos pensamientos todavía siguen
apareciendo.
No es tan simple. Aunque con paciencia y tiempo, los pensamientos mismos ya
no tendrán
necesidad de aparecer, pues ya no tendrán un lugar de dónde agarrarse y de esa
manera se
disiparán naturalmente. Entonces, cuando aparezca un pensamiento, estarás
consciente de
ello, mientras va apareciendo. Normalmente no estamos conscientes de los
pensamientos
hasta que estos ya se han formado. En nuestra ignorancia pensamos que
nosotros
creamos nuestros pensamientos. Pero cuando vemos más profundamente,
observamos
claramente de dónde y como nacen los pensamientos. Vemos el pensamiento en
su inicio, y
luego lo vemos cuando desaparece naturalmente. Y después de cierto tiempo los
pensamientos
ya no aparecerán más. Eso es bueno, pero tampoco necesitas colgarte de eso.
Continúa,
rastréalo hasta su misma fuente verdadera, y cuando lo ilumines, cuando
realmente
“tu Ego
desaparezca”, ya no será necesario que lo hagas, o que ello te haga a ti. Una
vez que
ilumines la
fuente, que es la fuente de toda iluminación, allí es cuando las chispas
realmente
saltarán,
entonces ya no será un problema el “tú”, un “algo” o incluso alguna “fuente”.
De dónde practicamos
Por supuesto,
aún llamarlo “fuente” es solo una metáfora. Esa fuente eres tú. Sin embargo,
hasta que te
hayas dado cuenta, ésa fuente no eres tú todavía. ¿Pero ves cuan simple es? Tú,
en tu
consciencia actual, cualquier consciencia que tengas en este momento
—inteligente,
tonto,
deseoso, oyente, observador— vienes de esa fuente. Y esa consciencia puede ser
rastreada
hasta la fuente.
Hablando de
forma práctica, algunos son mejores que otros para rastrear. En cierto sentido,
de
eso trata un
koan. Un koan está diseñado para que no puedas salir al mundo externo o
ingresar al
mundo interno convirtiéndolo en algo. No puedes convertir un koan en algo. Por
eso
al comienzo
es muy frustrante. Quieres convertirlo en algo, en cualquier cosa; quieres
satisfacer al
maestro o a ti mismo o satisfacer algún sin sentido. Pero después de un tiempo,
cuando el
koan empieza a tomar efecto, ya no es algo que está ahí afuera o aquí adentro;
en
realidad eres
tú mismo. Luego la incertidumbre se refuerza y podría decirse que alcanza “masa
crítica”. Y
en cierto momento, lo descubrirás, voltearás y develarás la fuente. Será ahí
cuando
realmente
llegue a ser claro.
¿Así que
ahora ves de dónde practicamos? Hasta donde te hayas dado cuenta, la práctica
es
desde aquí.
No hay ningún lugar adonde ir —la consciencia actual es desde donde tú
practicas.
Quizás esa consciencia actual está llena de deseos egoístas. Bien, trabajemos
con
eso. Quizás
es muy “pura”. Bien trabajemos con eso. Pero tu consciencia actual es todo lo
que
necesitas,
te permite que la rastrees hasta su fuente. Hasta donde te hayas dado
cuenta, es
desde ahí que
practicamos. No necesitas compararte con suposiciones acerca de ser alguien
más. Aléjate
de la idea de tratar de alcanzar algo. Puedes alejarte de eso ahora mismo y no
permitir que
venga otra vez. No hay ningún lugar adonde llegar. Aun cuando digas que debes
llegar a la
“fuente”, es decir demasiado: ¡¿dónde diablos crees que estás ahora mismo?!
Repito: Hasta
donde te hayas dado cuenta, está bien. No estamos aquí en una competencia.
Sólo continúa
desde ahí, no hacia el mundo externo ni hacia el mundo interno tampoco —sino
sólo hacia la
fuente misma.
Para quien practicamos
¿Para quién
estamos haciendo esto? ¿Por qué nos sentamos en zazen? ¿Para ti? ¿Para mí?
La típica
respuesta mahayana es: Para todos los seres. ¿No es eso extraño? ¿No
podemos
sentarnos
aquí para conseguirlo primero para nosotros mismos y luego quizás podemos
pensar
para alguien
más? ¿No tiene sentido acaso —que tengas que hacerlo primero para ti mismo?
Pero el
budismo, especialmente el budismo mahayana, indica que empezamos nuestra
práctica
desde el punto de vista de todos los seres. ¿Por qué? ¡Porque ésa es la única
posición
desde donde podemos
practicar! La fuente de la consciencia actual es inseparable de todos los
demás seres.
Debe incluir a todos los seres. Si sólo te incluyera a ti, entonces tú no
estarías en
esa fuente. Y
si meramente es para alguien más, no estarías en esa fuente tampoco.
Presta
atención al primer voto del Bodhisattva: “Los seres son innumerables,
libéralos”. Ese es
el primer
voto —no el
segundo, tercero o cuarto— para todos los budistas mahayana. ¡No
solamente
vamos a liberar a todos los seres, sino también nos recuerda que son
innumerables!
No puedes
poner un límite a ello. ¿No es eso absurdo? ¿Cómo podemos liberar a todos los
seres? Bueno,
no hay otra manera. Sólo puedes liberar a todos los seres de una sola vez. En
el budismo la
salvación es liberar a todos los seres —ése es el principio, el medio y el fin. Por
eso utilizo
palabras como ”la fuente”: Ésa es la fuente, debe incluir a todos los
seres. A los que
amas, a los
que odias, a los que conoces y a los que no conoces. Si algo es omitido, es
porque
tú has
convertido esa fuente viviente en algo, ya sea un pensamiento, una emoción, un
sentimiento,
aunque sea noble, no interesa: eso no puede ser.
Como ves:
Liberar a todos los seres no es una exageración. Es la verdad. Los seres son
innumerables.
Libéralos a todos. Es la única manera de hacerlo. No hay otra manera. No
puedes
liberarte a ti mismo, y no puedes liberar a otra persona. Si piensas que otro
te ha
liberado o
que tú te has liberado ti mismo, estás equivocado. Ciertamente no eres un
budista.
Si piensas
que puedes liberarte a ti mismo, estás engañándote. Quien piense que hay un yo
a
quien
liberar, está engañándose. Y sin embargo, nuestro voto permanece: Los seres son
innumerables
—libera a cada uno de ellos. Esto es lo que es Buda, lo que es el despertar. No
es tu
despertar. Tampoco es el mío. Es el despertar de todo, hasta de la última
partícula de
polvo. No es hacia
dónde practicamos, es desde donde practicamos aquí mismo, ahora
mismo. Así
que de una vez por todas deja esa tonta idea de tratar de liberarte a ti mismo
o a
alguien más,
ésa es sólo otra vana ilusión. Todos los seres sin excepción, son libres.
En el Sutra
de Diamante se menciona eso. Luego continúa indicando que: ¡aunque todos
los
seres son
liberados, nunca ha habido un ser al cual liberar! ¿Por qué dice eso? Porque es
verdad. No
hay nada a que liberar, y sin embargo seguimos practicando sin cesar. No hay
ningún ego
para ser liberado. Es una ilusión. Y sin embargo hay estados de sufrimiento, de
insatisfacción.
Así que
hacemos lo que podemos, incluyendo lo que estamos haciendo ahora
mismo, para
ayudar a deshacer este desorden ilusorio. Y sin embargo no hay seres a quienes
liberar y así
concluye el Sutra de Diamante: “¡Precisamente eso es liberar a todos los
seres!”
Cierto. Y
esto continúa, constantemente: Venir desde la fuente que es al mismo tiempo ir
a la
fuente con
calma y lucidez sin límite. Como lo indica Dogen: “Y esta realización sin
rastro
continua sin
fin”.
Como lo exponen los Manuales
de meditación
Los clásicos Manuales
de meditación zen dicen lo mismo a su manera. Por ejemplo, el
atribuido al
quinto patriarca del zen chino comienza diciendo:
Si el cultivo
no es mantenido puro, no hay manera para que cualquier práctica
produzca la
realización.
“Cultivo” es
una metáfora para la práctica. Pacientemente esforzándonos en los campos
estériles.
Esa labor que significa la práctica constante, preparando pacientemente la
tierra seca
para que las
cosas crezcan en ella. Puedes sentarte en zazen por horas sin fin. Sin embargo,
si
no es puro,
nada crecerá. ¿Qué significa “puro”? El texto continúa explicando este punto:
La “esencia
básica” del cultivo debería ser percibida. Es la mente inherentemente
completa y
pura en la cual no hay falsa discriminación y todo es completamente
perfecto, sin
nacer y sin morir.
La esencia
básica es lo que llamamos la fuente. Debería ser percibida, en otras palabras,
vista
claramente y
encarnada. Es inherente, ya está ahí. La mente completa y pura es la fuente de
tu
consciencia
actual. El texto continúa:
Éste es el maestro
básico. Esto es mejor que invocar a los Budas de las Diez
Direcciones.
La primera
palabra ”Éste” no es otra que tu propia mente verdadera. Ése es el
maestro básico.
Invocar a los
Budas de las Diez Direcciones era una práctica común en esos días. Pero nuestra
propia mente
verdadera es el maestro real —y ésta debe ser mantenida pura. Es por eso que
nosotros
practicamos con sangre, sudor y lágrimas. Sin embargo, esa pureza es desde
donde
practicamos y
no lo que queremos alcanzar. Así que ya no hay necesidad de perseguir ciertos
estados
mentales o de maestros que les confirmen lo que ustedes ya son.
Déjenme citar
el inicio de un famoso manual de meditación zen, el más antiguo. Fue la base de
los
posteriores manuales de meditación zen, incluyendo el tratado sobre meditación
de Dogen:
El
Bodhisattva que estudia el Prajna debería primero tener pensamientos de gran
compasión,
hacer los amplios votos y luego cuidadosamente cultivar el samadhi.
Haciendo
votos para salvar a todos los seres vivientes, y no buscar la liberación
sólo para uno
mismo.
¿No dije
justamente eso? Recuerden que éste es un Manual de meditación, no es una
teoría o
filosofía. El
siguiente párrafo nos dice cómo poner las piernas en posición de zazen y así
sucesivamente;
así que aquí se nos indica sobre la práctica diaria. Bodhisattva es un “ser
despierto”.
Eso significa: todos nosotros. Prajna es la sabiduría que trasciende. Nos dice
que
primero
tengamos pensamientos de gran compasión. Los votos son: el voto de salvar a
todos
los seres, el
voto de practicar el Camino, etc. Samadhi no es más que ”lucidez calmada”: la
disciplina de
la calma y lucidez sostenida. Y continúa diciendo:
Luego deja de
lado todo involucramiento y suspende todos los afanes. Haz que el
cuerpo y la
mente se unifiquen sin que haya ninguna división entre acción e
inacción.
En otras
palabras, cesar todo, como mencioné anteriormente. Recuerden, que esto se dice al
principio del manual y
no al final. De ahí es de donde todo empieza, de donde todo viene.
Luego
continúa con este consejo práctico:
Come y bebe
regularmente de manera que no sea mucho ni tampoco poco, regula
el sueño para
que no te falte ni te consientas demasiado tampoco.
Sólo entonces
comienza a describir cómo sentarse en zazen. ¿Pero desde dónde? Ese es el
punto que he
estado insistiendo.
La verdadera calma es
completamente lúcida; la verdadera lucidez es
completamente calmada.
Déjenme
hablar acerca de una cosa final, porque está en la mente de muchas personas.
¿Qué
significan en
realidad calma y lucidez en el budismo? Existen términos técnicos budistas para
estas
palabras, pero no hay necesidad de entrar en detalles. Calma no es simplemente
un
estado de la
mente. La calma finalmente debe ser completamente lúcida. Si es un tipo de
calma muerta,
no es budismo. Existen técnicas de meditación que se enfocan en calmar la
mente, pero
repito, ésa no es la meta final. El fin es calmar la mente para que puedas ver
con
lucidez, y de
esa manera actuar en el mundo. La calma muerta, que corta todos los
pensamientos,
todas las emociones, todas las vistas y sonidos, eso no es calma. Debemos ser
“calma viendo
lúcidamente”. No se trata de un vacío muerto o de escapar de las actividades o
de cualquier
cosa.
Y más
importante para mucha gente aquí, debe ser entender —ver claramente— lo que es
en
última
instancia: calma. Si hablamos de la práctica budista en términos de percepción,
debe ser
una
percepción que acabe con toda especulación. ¿Pero que ocurre a menudo? La gente
de
todo el
mundo, hombres, mujeres, jóvenes y viejos, me han hablado acerca de sus
profundas
percepciones
espirituales. Algunas veces aparecen espontáneamente, otras veces después de
una larga y
ardorosa disciplina meditativa. A la vez que es a menudo la experiencia más
maravillosa y
liberadora de sus vidas. Pero mucha gente pasa muchas clases de dificultades.
¿Por qué?
Algunos simplemente no están preparados para ello. Algunos son incapaces de
integrarlo en
sus vidas. Otros destruyen sus vidas y relaciones actuales, porque tratan
desesperadamente
de regresar a esa experiencia y aferrarse a ella. Algunos huyen de ella.
Como una
mujer me lo dijo, nunca se había sentido más real en su vida —pero cómo podría
explicar a
los demás que ¡¿ella ya no estaba más ahí?! Aún la gente que está involucrada
por
largo tiempo
en la práctica meditativa puede estar inquieta cuando repentinamente todo es
revelado en
una completa nueva luz. Las suposiciones largamente acariciadas —y mucho
más— son
hechas añicos. Otros que captan ese entendimiento, llegan a hincharse con
orgullo
por su
preciosa experiencia y se sienten superiores —¡Su no-ego es el más grande
alrededor!
En resumen,
lejos de traer genuina paz y armonía, el resultado es agitación. Algo ha sido
visto
a través,
pero todavía no se han sumergido en las profundidades. Se debe tener gran
cuidado
aquí.
Especialmente después de tales experiencias, la práctica sostenida es
importante, como
los
encuentros con otros en el Camino. Necesitamos paciencia y diligencia para
encarnarlo
completamente,
luego lo dejaremos desaparecer, y lo entenderemos y aplicaremos en las
complejidades
de la vida. Luego, incluso la muerte será calma. Porque la muerte no está
aparte
de esto. Así,
el budismo ha hablado desde sus inicios acerca de lo que “no nace, no muere”.
La verdadera
comprensión o el ver claramente nos dirige a, y viene de, la calma verdadera. Y
como
verdadera calma debe ver a través. En algunas prácticas, se refuerza esa
percepción. En
otras, la
calma es el foco. Pero realmente son dos lados de la misma moneda. Son dos
aproximaciones
valiosas para lo que he llamado, por falta de una mejor palabra, la fuente.
Y
están basados
en esa fuente. Así que apliquen estas prácticas. Pero estén atentos de no
estancarse en
una calma muerta o dejarse llevar con lo que parecieran ser percepciones
profundas.
Déjenme advertirles. Yo lo sé –porque yo mismo he estado estancado en esa
trampa. Ni la
calma ni la percepción son por sí mismas budismo realizado, hasta que ambos
realmente
desaparezcan y revelen su fuente común.
Déjenme
terminar con una frase del Sutra Vimalakirti. Manjusri responde a Vimalakirti,
el gran
budista
laico:
Las tierras
altas no producen flores de loto. Es en las tierras pantanosas donde
ellas se producen.
El loto puro
que florece en medio del barro de las pasiones engañosas es un símbolo del
budismo. ¿Qué
nos está diciendo el Sutra Vimalakirti? Que no se trata de alcanzar
algún
estado
trascendental en lo alto de una montaña. ¡Aquí mismo y ahora florece desde la
fuente!.
Notas
La
transcripción del Pastoreo Zen del Buey esta basado en las conferencias de
retiro llevadas a cabo el
año 2009 en
Japón, EEUU y a lo largo de Europa. El manuscrito entero será publicado en
Japón en el
siguiente
número para el 2010 de la Revista de estudios zen (Zengaku Kenkyuu/Journal of
Zen Studies).
Quisiera
agradecer a los participantes en mis seminarios en la Universidad Hanazono, y
por sus
comentarios
en la traducción de los versos: al maestro y estudioso zen Sodo Yasunaga, al
monje y
estudioso zen
Takuma Senda, al laico zen Takami Yoshie, a Helen Findley (becaria Fullbright
de la
Universidad
de Chicago) y a Casper Wits (investigador perteneciente al Ministerio de
Educación Japonés
de la
Universidad de Kyoto).
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