MEDITACIÓN BUDISTA ZEN

VEN. DR. JINSIM HYOENJIN: arzobispo y maestro guía de la sangha Meditación Budista Zen, recibió Transmisión el 27 de marzo 2021 e Inga el 16 de julio 2017, y recibió los 250 votos del Bhikshu (monje) el 22 de julio 2016 por el Ven. Dr. Wonji Dharma.

Ven. Jinsim Hyoenjin es originalmente de Kansas City, Missouri, USA y ha vivido en Guadalajara, México desde 2000. Tiene más de 45 años experiencia en meditación, dos maestrías (psicología y estudios budistas), y un doctorado de Psicología Oriente-Occidente investigando métodos de meditación en las tradiciones espirituales del Oriente.

Ven. Jinsim Hyoenjin imparte clases, conferencias universitarias, charlas Dharma, retiros y talleres sobre el buda-dharma además de citas individuales para orientación y estudio personalizado.

Un arzobispo (maestro zen superior) es un obispo que, habiendo recibido Inga y Transmision de Dharma, preside varias diócesis en una gran región. Este puesto incluye algunas responsabilidades de supervisión tanto de las diócesis como de los obispos de esa región. Un arzobispo sirve como guía o instructor en asuntos religiosos; y a menudo es el fundador o líder dentro de una Orden. Además, el Colegio de Arzobispos actúa como un Consejo Rector igualitario para la Orden Zen de las Cinco Montañas.
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domingo, 5 de abril de 2020

Manifiesto Monástico (Texto) Voto 3 Comprometerse a Cultivar Sangha Charla Dharma 05 ABR 2020



MANIFIESTO MONÁSTICO
Voto 3
Comprometerse a Cultivar Sangha
Charla Dharma 05/ABR/2020
Venerable Dr. Hyoenjin Prajna

3. Me comprometo a cultivar sangha al hacerme amigo de espíritus afines a lo largo del camino, amigos de Dharma con quienes puedo compartir mis aspiraciones más profundas y mentores que pueden ofrecer orientación y sabiduría a lo largo de este camino llamado vida.

En estos tiempos inseguros de cuarentena y distanciamiento social, nos pone al relieve la importancia de sangha. No hay tesoro más grande que la sangha. El apoyo de la sangha puede hacer la diferencia entre vida y muerte. Hace unos días, me di cuenta de lo hermoso de la sangha cuando sufrí una crisis de salud, y la sangha me salvó. Después de unos días de síntomas fuertes de gripe, me congestioné tanto que no pude respirar bien. Llamé a un miembro de la sangha, Min Mei, pidiendo ayuda. A pesar de los riesgos involucrados por la cuarentena del coronavirus, Min Mei llegó instantáneamente a mi casa para llevarme al hospital. Otros miembros de la sangha llegaron también, Pati, Pilar, y mi pareja Manuel, para acompañarme y ofrecer su apoyo, aunque sea desde el otro lado de una ventanita de observación. Al examinarme, el médico declaró que tuve neumonía, requiriendo intervención al instante. Por supuesto, la pregunta en la mente de todos fue si fuera coronavirus o no. Mientras que esperamos los resultados de la prueba del virus, me mantuvieron en aislamiento dentro del hospital. Así comenzó mi odisea de distanciamiento y ausencia de contacto físico con el mundo externo.

La salud es algo que damos por sentado. No la apreciamos hasta que la perdemos. Buddha enseñó:

La mayor de todas las ganancias es la salud,
Nibbana es la mayor felicidad,
El camino óctuple es el mejor de los caminos.
Porque conduce con seguridad a Lo que no muere. (MLD, 75:19)

En esta cita, Buddha no está comentando sólo en la salud física, sino también en la salud mental. Cuando estamos en equilibrio con la mente calma y lúcida, estamos en Nibbana. Nibbana significa “apagado”, libre del fuego de las pasiones. Así que, cuando la mente está agitada con deseos, miedos, ansiedad y enojo, experimentamos insatisfacción y sufrimiento. Para liberarnos de la insatisfacción, Buddha nos ofrece el camino óctuple, un mapa que nos guía en cómo vivir una vida en equilibrio y paz.   

Sin embargo, sentado en un cuarto blanco de aislamiento en el tercer piso de un hospital con médicos y enfermeras cubiertos en trajes blancos de cabeza a pie para prevenir contagio, les confieso que no me sentía en Nibbana. Al contrario, me sentí cómo en otro planeta extraño, como si unos alienígenas me hubieran secuestrado, colocándome bajo un microscopio para estudiarme detenidamente a través de una ventanita con luces brillantes a todo mi alrededor. Sentí ansiedad, claustrofobia, y miedo. “¿Voy a morir aquí?” pensé. “Es este el punto final de una vida dedicado al cultivo espiritual y el servicio?” Comencé a reflexionar sobre la trayectoria de mi vida: años de estudio de psicología, religiones comparadas, trabajo social, budismo y zen; viajes a Europa, la India, Canadá y un recorrido por los Estado Unidos desde la costa Atlántica hasta la costa Pacífica. Aquí en México me había dedicado 20 años a la formación de una sangha después de mucho estudio zen. Si muero ahora, ¿la sangha con su comunidad de practicantes va a colapsar? ¿Quién los guiará? ¿Cómo pueden seguir adelante? En medio de la noche oscura, llamé por celular a mi pareja Manuel, confesando mi miedo y preocupación. En vez de palabras alentadoras, me habló con palabras duras y directas, “Pues, tú eres el maestro. No puedes desmoronarte. Si tú te desmoronas, todos se desmoronarán. Tienes que calmarte y recordar quién eres.” Fue como una ducha de agua fría. Tenía razón. Tengo que recordar quién soy, a pesar de que me siento ansioso, nervioso, y al punto de un ataque de nervios.  
   
El Buddha nos aconseja el porqué se cultiva sangha al hacerse amigos de gente sabia y espiritual: 

"Entonces Magandiya, asóciate con hombres verdaderos. Cuando asocias con hombres verdaderos, escucharás el Dhamma verdadero. Cuando escuchas el Dhamma verdadero, practicarás de acuerdo con el Dhamma verdadero. Cuando practicas de acuerdo con el Dhamma verdadero, conocerás y lo verás por tí mismo así: Estos (los cinco skandhas o agregados de forma, sensación, percepción, impulsos mentales, y conciencia) son enfermedades, tumores y dardos; pero aquí estas enfermedades, tumores y dardos cesan sin dejar residuos. Con el cese de mi apego viene el cese de ser; con el cese de ser, el cese de nacimiento; con el cese de nacimiento, envejecimiento y muerte, tristeza, lamentación, dolor, pena, y desesperación cesan. Tal es el cese de toda esta masa de sufrimiento.’” (MLD, 75:25)
Manuel y la sangha son hombres y mujeres verdaderos, un conjunto de bodhisattvas sabios y compasivos. Aunque soy una persona sola sintiéndome débil e indefenso, no obstante, soy parte de algo mucho más grande, poderoso, y fuerte; somos uno, somos la sangha. De repente todo tenía sentido. Como un ego aislado, fue difícil enfrentar la crisis. Pero como un colectivo de bodhisattvas, somos invencibles. Redirigí mí atención a la sangha. Sabía que en aquel momento mismo, mucha gente estaba ofreciendo mérito en mi nombre, que estaban recogiendo fondos para cuidarme en la mejor forma posible, que querían ver en mi el reflejo de lo mejor de ellos mismos. En este momento recordé que juntos, todos somos Buddha, todos formamos una red de fuerza, amor, y vida. Somos todos Kwanseum, los mil brazos de compasión y sabiduría, mil formas del bodhisattva manifestándose en nuestras vidas realizando milagros de benevolencia y bienestar. Ya me sentí enchufado a su energía colectiva, un gran corriente de amor que atravesó las paredes y me conectó con lo que no muere porque nunca nació. Simplemente es Esto aquí donde todo está conectado, todos somos Uno. Con esto, reconecté con la Fuente, la mente verdadera de nuestro ser. Por el resto de la noche dormí tranquilamente, y durante los próximos días la paz y la claridad se quedaban conmigo hasta que el médico me diera de alta, todo era negativo en las pruebas, y estaba lo suficiente estable para volver a casa y seguir recuperándome. 

Mirando atrás, aprecio la enseñanza de Buddha. Cuando estaba apegado a los cinco skandhas, con mi preocupación por el cuerpo y mi vista limitada del ego finito, me perdí en ansiedad y miedo. No obstante, al redirigir la atención a la sangha, a nuestra función de ser bodhisattvas ayudándonos el uno con el otro, pude redescubrir lo que soy, la paz y el bienestar de Nibbana, la salud mental y físico, la salud que no depende en circunstancias buenas o malas. En los días que vienen, no se olviden que son parte de una sangha, una comunidad de gente sabia y bondadosa, bodhisattvas trabajando para aliviar el sufrimiento e insatisfacción. Como uno solo, faltamos las fuerzas y recursos y nos perdimos en miedo y ansiedad. Pero ser parte de la sangha, somos todos uno con mil brazos de fuerza y mil manos de apoyo, y mil ojos de sabiduría y experiencia colectiva. Así es como venceremos esta enfermedad, superar la cuarentena y vivir la salud verdadera de cuerpo y mente en Nibbana.   
    
Bibliografía
The Middle Length Discourses (MLD) of the Buddha. (2009). Cuarta Edición. Traducido por Majjhima Nikaya. Wisdom Publications: Boston, Mass.

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