MEDITACIÓN BUDISTA ZEN
VEN. DR. JINSIM HYOENJIN: arzobispo y maestro guía de la sangha Meditación Budista Zen, recibió Transmisión el 27 de marzo 2021 e Inga el 16 de julio 2017, y recibió los 250 votos del Bhikshu (monje) el 22 de julio 2016 por el Ven. Dr. Wonji Dharma.
Ven. Jinsim Hyoenjin es originalmente de Kansas City, Missouri, USA y ha vivido en Guadalajara, México desde 2000. Tiene más de 45 años experiencia en meditación, dos maestrías (psicología y estudios budistas), y un doctorado de Psicología Oriente-Occidente investigando métodos de meditación en las tradiciones espirituales del Oriente.
Ven. Jinsim Hyoenjin imparte clases, conferencias universitarias, charlas Dharma, retiros y talleres sobre el buda-dharma además de citas individuales para orientación y estudio personalizado.
Un arzobispo (maestro zen superior) es un obispo que, habiendo recibido Inga y Transmision de Dharma, preside varias diócesis en una gran región. Este puesto incluye algunas responsabilidades de supervisión tanto de las diócesis como de los obispos de esa región. Un arzobispo sirve como guía o instructor en asuntos religiosos; y a menudo es el fundador o líder dentro de una Orden. Además, el Colegio de Arzobispos actúa como un Consejo Rector igualitario para la Orden Zen de las Cinco Montañas.
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domingo, 22 de diciembre de 2019
BRÚJULA DEL ZEN Parte 2: Theravada, Mahayana, y Zen Charla Dharma 22/DIC/2019
BRÚJULA
DEL ZEN
Parte
2: Theravada, Mahayana, y Zen
Charla Dharma
22/DIC/2019
Venerable Dr.
Hyoenjin Prajna
“Dejad que los preceptos sean
vuestra guía.” ~Buddha
(Enseñanza final del Buddha antes
de morir cuando le preguntaron
quién iba a guiarlos cuando
entrara en Nirvana.)
La primera enseñanza del Buddha después de su Iluminación fue un
reconocimiento de la experiencia existencial de todo ser humano: la vida es dukka,
o sea, insatisfacción. Esta declaración no implica el destino, como si nuestras
vidas estuvieran inevitablemente condenadas al sufrimiento y sólo después de la
muerte se puede escaparlo entrando en un cielo distante. Al contrario, el
sufrimiento e insatisfacción son innecesarias y están basadas en la ignorancia
de como son las cosas. Nosotros mismos generamos nuestra insatisfacción, y somos
nosotros mismos responsables para nuestra salvación. Es simplemente una
cuestión de entender la base de nuestra insatisfacción y luego arrancarla por
la raíz, la cual es la idea de un yo permanente que siempre está descontento
con este momento, deseando algo mejor, más interesante, más cómodo, menos
difícil, o menos desagradable. Es decir, que no estamos satisfechos con este
momento porque deseamos algo más o deseamos algo que no perdura. Todo es
impermanente, una ley inescapable del universo. Todo lo que tiene un comienzo,
todo lo que nace, va a desaparecer, cambiar, terminar o morir. Si no entendemos
este hecho, vivimos en Samsara con ocho formas de sufrimiento.
Los Ocho Sufrimientos de Samsara
Samsara es el mundo experimentado por la lente de la ignorancia. Creemos
que somos este cuerpo limitado. Si nos identificamos con el cuerpo, implica que
nacemos. El nacimiento es el primero de los sufrimientos, porque si se nace, se
experimenta una vida de lucha, estrés, e insatisfacción. Segundo sufrimiento es
que con el cuerpo, todos experimentamos enfermedad, la cual es muy incómodo
físicamente. Tercero, si hay un cuerpo, este cuerpo va a envejecer. La vejez en
sí es muy insatisfactoria debido a la disminución de nuestra facultades físicas
y mentales. Tercero, al tener un cuerpo que nace, este cuerpo va a morir, y
esto nos asusta. En vez de enfrentar este hecho, preferimos distraernos con
cirugías plásticas, implantes de cabello, maquillajes y ropa de moda. Sea lo
que sea la envoltura o intervención, el cuerpo va a envejecer y morir. Estos
previos cuatro sufrimientos se relacionan con la experiencia física del cuerpo.
Los próximos cuatro sufrimientos se relacionan con estados mentales.
Todos tenemos amigos y
familia quienes nos traen mucha alegría y felicidad. Lamentablemente, es
inevitable que se experimente separación de nuestros amados, el quinto de los
sufrimientos. Deseamos siempre estar con ellos. Estamos apegados a ellos por
nuestro bienestar, pero la realidad es que no son permanentes físicamente ni en
tiempo y espacio, no pueden siempre acompañarnos en todo momento. Al mismo
tiempo, es inevitable la experiencia de estar con gente que no nos agradan, el
sexto sufrimiento. Estamos así apegados a nuestra opinión negativa de estas
personas y deseamos que se alejen o no estén presentes molestándonos. El séptimo
sufrimiento es no conseguir las cosas que deseemos. Rezamos tener dinero,
carros, casas o parejas, y mientras no los tenemos, sufrimos. El problema
adicional, al conseguirlos no perduran, se envejecen, se rompen, o no son lo
que esperamos. El octavo sufrimiento es el desequilibrio de los cinco skandhas,
los componentes de la personalidad o ego, los que consisten en la forma
(cuerpo), sensación (los estímulos de los sentidos corporales), la percepción
(la identificación, clasificación y evaluación de las cosas según nuestras
experiencias previas), el impulso voluntario (la intención y acción generadas
para conseguir lo que deseamos o eliminar lo que no deseamos), y la conciencia
(la experiencia de un yo imaginado identificándose con el cuerpo junto con sus
memorias pasadas y proyecciones futuras). El cuerpo no perdura, el ego no
existe, nunca estamos contentos, y esperamos una vida mejor en el futuro. Pero
estas actitudes generan sufrimiento e insatisfacción. Cuando nos damos cuenta
de esto, ya estamos listos a recibir los tres tesoros de la práctica
espiritual.
Los Tres Tesoros
Hay tres tesoros invaluables que nos liberan de samsara: el Buddha, el
Dharma, y la Sangha. Podemos considerar estos tesoros de tres perspectivas: la
forma original (literal), la forma simbólica (ideal), y la forma verdadera
(según zen). Buddha originalmente era un hombre como tú y yo que se despertó y
se liberó de su insatisfacción y sufrimiento por su propio esfuerzo, no debido
a la intervención de un ser sagrado o mágico. Este evento nos sirve como un
símbolo de potencia y perfección de cada ser humano. Todos podemos seguir su
ejemplo y liberarnos del sufrimiento e insatisfacción. Cuando ponemos en
práctica siguiendo su ejemplo, descubrimos la verdad: la mente pura y lúcida de
nuestra propia naturaleza búdica esencial, la Fuente de todo.
Buddha descubrió y enseñó
la Verdad de cómo son las cosas y por qué sufrimos, o sea, el Dharma. Se dio
cuenta de que la vida es insatisfacción, la causa de la insatisfacción es
deseo, y al eliminar el deseo, se libera del sufrimiento. Esta comprensión de
la verdad, que todo es impermanente, que no hay un yo, y que hay una práctica
llevándonos a la liberación del sufrimiento e la insatisfacción, es lo que se
expresan en las enseñanzas del Buddha transmitidas a través de los textos,
sutras e historias del Buddha y su vida. Pero la forma más profunda de estas
enseñanzas es que esta misma luz de la mente, la conciencia en sí es algo que
nunca ha nacido y nunca muere, no tiene nombre ni forma y, por tanto, no está
sujeta a las causas y condiciones de samsara experimentada como insatisfacción
y sufrimiento. Esta luz de conciencia no está limitada al cuerpo, sino es
intemporal y una con todo el universo expresándose por medio del cuerpo
temporal. Al despertarnos a esta mente verdadera, somos libres.
El tercer tesoro es la
sangha, originalmente la comunidad de seguidores practicando con el Buddha. Pasando
el tiempo, la sangha llegó a representar todo practicante del budismo, la
comunidad mundial de los que practican meditación y ponen en práctica las
enseñanzas del Buddha. Cuando consideramos la comunidad, tenemos que tomar en
cuenta la ética. Entonces, la sangha representa sila, o sea, los
preceptos éticos de no matar, no mentir, no robar, no llevar una conducta
sexual inapropiada, y no intoxicar la mente. Pero el verdadero significado de
la sangha es la mente del bodhi, la mente despierta, nuestra propia mente libre
de ideas egoicas, activamente trabajando en el mundo como un bodhisattva
salvando a todos los seres sintientes con compasión y sabiduría. Esta es
nuestra verdadera función. Vivir así, nuestra vida tiene sentido, y vivimos en
paz y ecuanimidad.
Así que los tres tesoros
son la base de toda nuestra práctica espiritual. Son tres regalos que recibimos
en nuestras vidas que a su vez son regaladas a otros por nuestro esfuerzo y acciones
benevolentes. Ponemos en práctica estos tres tesoros por medio de las
tradiciones y enseñanzas conservadas en tres escuelas de budismo.
Theravada, Mahayana, Zen: Distintas perspectivas
de la sandía
Aunque hay tres tradiciones de enseñanzas del Buddha, de hecho hay sólo un
Dharma. Todos contribuyen a la transmisión de la sabiduría de Buddha a través
de los siglos hasta nosotros hoy en día. Sin embargo, cada escuela es
especialista en ciertos aspectos del Dharma. Se puede apreciar cómo cada
escuela es distinta mientras que cada una trata el mismo Dharma como si
estuviéramos describiendo una sandía a alguien que nunca ha visto ni conocido
una.
La escuela Theravada daría
una explicación descriptiva y detallada sobre el desarrollo cíclico de la
sandía, comenzando con las semillas, luego su eclosión, su desarrollo como una planta,
su crecimiento como enredadera, sus flores y fruto y luego cómo se la come y terminando
con las semillas que regresan a la tierra para comenzar de nuevo el ciclo de
vida de la sandía.
La escuela Mahayana describiría
la verdad de la sandía mediante su forma, describiendo su textura, color, peso,
las partes del fruto que consisten en semillas negras y una parte roja dulce y
otra parte blanca no tan dulce. Luego declararía que todas las partes de la
sandía son vacías de cualquier permanencia en sí.
Finalmente Zen nos
dirigiría experimentar la sandía con nuestros sentidos, verla, olerla, y por
fin, morderla, saboreando su dulzura directamente. Es una enseñanza basada en
la experiencia directa antes de las palabras, textos, descripciones, e ideas
mentales. Aunque podemos leer muchos libros sobre lo que es la sandía, todos
verídicos, no es lo mismo como saborearla directamente. Entonces, ¿cómo se
aplica esta metáfora al Dharma de cada escuela?
Theravada: Visión Interior de la Verdad
Theravada es la escuela de los sabios antiguos, la que da una visión
interior de la Realidad por medio de las Cuatro Verdades Nobles, la
impermanencia, y el origen dependiente. Básicamente está describiendo que
cuando aparecen los pensamientos, así aparece la idea de un yo. Cuando aparece
un yo, la dualidad aparece, la cual implica comparación, insatisfacción, y
sufrimiento. Así que samsara es nuestra
experiencia del mundo percibido como insatisfactorio debido a nuestros
pensamientos. En cambio, Nirvana es nuestra experiencia directa del mundo como
es, sin obstáculo de pensamiento, sin dualidad. Es el mundo experimentado como
completo, sereno, y perfecto como es.
Mahayana: Vacío, Forma, y Bodhisattvas
Mahayana enfoca en shunyata, el vacío, y cómo el vacío no es
distinto de la forma y fenómenos. Por medio de comprender el vacío, se puede
experimentar el mundo verdadero, el mundo completo. Descubrimos que somos el
universo, y el universo es nosotros.
Todo es el Absoluto y es completo. No faltamos nada. Cuando podemos
experimentar la mente libre de los pensamientos, se percibe el mundo justo como
es en este momento: la planta es verde, el cielo es azul. Cuando estamos
ubicados en la verdad del universo, nuestra verdadera esencia, entonces podemos
descubrir nuestra verdadera función en este mundo ayudando a otros liberarse
también. Esta función es el Camino del Bodhisattva, la vía llegando al Nirvana
por medio de nuestro servicio en el mundo de samsara.
Zen: Este Momento es Todo
Zen es el reconocimiento de que este momento es todo. No hay nada más. Zen
no explica nada. Simplemente señala directamente la mente verdadera, la
naturaleza búdica. Al percatar esta mente original, se despierta y se libera de
la insatisfacción. Al darse cuenta de esta verdad, se realiza como un
bodhisattva en el mundo, ayudando a otros despertar y liberándose del sufrir.
Todos somos Buddha, todos somos libres, este momento es lo único importante.
Simplemente se practica la meditación en cada momento de la vida, viendo la
mente en este momento preciso. Así que salvamos al mundo, salvamos a nosotros
mismos, y vivimos en Nirvana de la paz y la ecuanimidad.
viernes, 20 de diciembre de 2019
lunes, 16 de diciembre de 2019
BRÚJULA DEL ZEN Parte 1 Nirvana: Una Buena Apuesta Charla Dharma 15/DEC/2019
BRÚJULA DEL ZEN
Parte 1
Nirvana: Una Buena Apuesta
Charla Dharma 15/DEC/2019
Ven. Dr. Hyoenjin Prajna
La Brújula de Zen es una colección maravillosa de enseñanzas señalándonos
el camino a nuestra propia naturaleza. Para comenzar, hay que establecerse en
una disciplina basada en meditación, estudio, y consulta con un maestro
calificado, alguien que ha caminado este mismo camino y puede mostrarte donde
están los baches para evitar. En nuestras contemplaciones, debemos mantener
siempre una pregunta con gran intensidad: ¿Quién soy? La respuesta no reside en
una palabra o idea que afirmes o sepas, sino en el no-saber antes del pensar, o
sea, “no-mente.” No mente no significa un estado catatónico en el cual ninguna
idea o pensamiento surgiera. El cerebro es un órgano que tiene la función
natural de producir pensamientos e ideas continuamente. Si el cerebro deja de
generar pensamientos, significa que ya estás muerto. En cambio, cuando
decimos “no-mente” o “no-saber” estamos
indicando que lo que verdaderamente eres no es una cosa que tiene un comienzo o
fin, no es un estado mental o emocional que cambia de un momento a otro, no se
basa en un ego imaginario que nunca está satisfecho con lo que tiene,
continuamente proyectando afuera sus deseos para adquirir más, o sus aversiones
para evitar o escapar algo, y nunca está contento.
viernes, 13 de diciembre de 2019
miércoles, 11 de diciembre de 2019
DÍA DE BODHI: NOCHE DE ZEN 7-8 Diciembre 2019
EL DÍA BODHI:
LA ILUMINACIÓN DE BUDA
Ven. Dr. Hyonjin Prajna
7-8 Diciembre 2019
7-8 Diciembre 2019
Y justo como cuando el sol se levanta
Ilumina el mundo.
De este modo el campo de bendiciones del Buddha
Desvanece toda oscuridad.
(Sutra Avatamsaka 10:304)
En el Oriente se celebra el 8 de diciembre como El Día Bodhi. Es el día que Shakyamuni Gautama logró la suprema y más perfecta Iluminación en 589 a.c., convirtiéndose en El Buddha, el Despertado. La palabra iluminación tiene el sentido de la comprensión súbita de la Verdad transcendental, cuando nos damos cuenta de que “Soy Buddha”. Es un logro fenomenal en el desarrollo del ser humano, el final de quizás una infinidad de vidas anteriores llegando por fin al despertar, y es lo que aspiramos encontrar en nosotros mismos en este momento preciso.
En la tradición budista, aquel acontecimiento fue tan importante porque
marcó el comienzo de la carrera del Buddha enseñando a otros lo que el
descubrió en sí mismo, enseñanzas que han continuado a tocar las vidas de
millones de personas hasta este momento preciso, en este lugar, dos siglos y
medio después de su realización. Durante
la semana antes la celebración, muchos monasterios budistas en el mundo
participan en los retiros más difíciles de todo el año. En algunos, duermen sólo un par de horas cada
noche, llegando a la última noche del retiro sin dormir, manteniéndose despiertos
en vigilia como Buddha hizo, lo que resultó en su despertar. Había tres fases a
esta vigilia, lo que se conoce como Las Tres Vigilias del Buddha la noche
anterior a su Iluminación.
Durante la primera vigilia de la
noche, cuando su mente fue tranquila, clara, y pura, una luz surgió manifestando
el conocimiento y la comprensión. Él vio sus vidas anteriores, primero una,
luego dos, luego 3, 5, luego en grupos de 10, 20, treinta, cincuenta, entonces
100, luego 1,000...y continuaba así.
Durante la segunda vigilia, vio como
los seres mueren y renacen, dependiendo de su karma, como desaparecen y como reaparecen
de una forma u otra, de un plano de existencia a otro.
Durante la tercera vigilia de la noche, vio el surgir y desaparecer de todo fenómeno, mental y físico. Vio como las cosas surgen dependiendo en causas y condiciones, lo que se llama Co-Origen Interdependiente. Luego, percibió el sufrimiento, dándose cuento como surge, como desaparece, y como liberarse de lo insatisfactorio, el camino de liberación de la codicia, el deseo, y el delirio. Por fin, su mente se liberó por completo. Había logrado la Plena Iluminación.
Esta luz de sabiduría que se manifestó bajo del árbol de Bodhi, el árbol de luz, hace 2,500 años, es de gran importancia al destino humano. Se reveló así el camino por el que la humanidad podría liberarse de la superstición, el odio, y el miedo, y así revelar el mundo de luz, amor, y alegría, la que se llama Nirvana.
Después de su Iluminación, el Buda
se comprometió quedarse aquí en este plano de sufrimiento, el samsara, para
enseñarnos a todos este camino de liberación. Estamos sumamente agradecidos a
esta compasión en su parte de no abandonarnos, y seguimos su ejemplo, dedicando
cada paso de nuestro desarrollo espiritual a la liberación de todos los seres
del universo, como el voto de Bodhisattva.
En esta aspiración, nos convertimos en Buda-bebés, hijas e hijos del
Buda, emprendiendo nuestro viaje en el camino del Dharma.
Recordando la Iluminación de Buda, tenemos la oportunidad de despertarnos y liberarnos del sufrir, cada uno a su propio ritmo y capacidad. El Buddha habló de cuatro clases de practicantes, comparándonos a cuatro tipos de caballos. El caballo superior es el que corre simplemente viendo la sombra del látigo. Este practicante se despierta la primera vez que oye las enseñanzas del Buddha-Dharma, dándose cuenta su importancia, y sin esperar más, se pone a practicar con determinación y compromiso constantes. El segundo tipo de caballo es bueno, el que corre cuando oye el sonido del látigo en el aire. Esta clase de practicante tiene la capacidad de considerar el Dharma, gradualmente comenzando a practicar a pesar de que tarda años en establecerse en su práctica, poco a poco desarrollándola hasta que sea su modo de vida. El tercer tipo de caballo es bastante malo, el que corre sólo cuando siente la picadura del látigo en su carne. Indica la clase de practicante que sufre una y otra vez las consecuencias de su ignorancia, apegado a las kleshas de codicia, frustración, e indiferencia, y sólo después de mucho tiempo, cuando está tan agobiado, comienza a practicar. El cuarto tipo de caballo es verdaderamente terrible, puesto que sólo corre cuando siente el picotazo del látigo hasta la médula del hueso. Esta clase de practicante sufre y sufre vida tras vida, insistiendo que otros son la causa de su dolor, rehusando tomar responsabilidad por sus acciones o hacer cualquier cambio en su comportamiento, hasta que su vida es tan intolerable que considera terminarse la vida para escapar del dolor. Como su último recurso basado en desesperación completa, se rinde por fin a la práctica.
Aunque todos queremos ser como el caballo superior, lamentablemente la mayoría del tiempo nos comportamos como el cuarto, ignorando lo que estamos creando, desvalorando las enseñanzas, y tardando mucho tiempo en comprometernos al camino de los Buddhas. No obstante, siempre es nuestra decisión. ¿Cuánto sufrimiento tienes que experimentar hasta que te rindas a la práctica? Por supuesto, se supone que todos aquí somos de la clase suprema de caballos, habiendo ya vivido muchas vidas en preparación a esta oportunidad. Estamos ya muy agradecidos por haber encontrado este camino y por tanto estamos aprovechando cada momento para aprender más y correr directo a la meta final, la plena realización de que “soy Buddha”. Con este logro, comenzamos nuestra carrera, como hizo el Buddha, en ayudar a otros para que se despierten también.
Eso es lo que Buddha hizo al Iluminarse el 8 de diciembre de 589 a.c. Al
recordar aquel acontecimiento, estamos reafirmando de que sí, es posible
liberarnos a nosotros mismo del sufrimiento, liberarnos de la vida y la muerte,
y despertarnos a nuestro verdadero ser, la revelación del Infinito. Sin embargo, esta revelación no puede quedarse
allí como un mero concepto. Al contrario, puede volverse como el punto de
partida de una carrera de acción basada en compasión en la que trabajamos para
la liberación de todos los seres del universo. Así, nos convertimos en
bodhisattvas.
Un poema del maestro filósofo budista indio Shantideva (siglo 7-8 d.c.) expresa
el ideal del bodhisattva:
Para todos aquellos que
sufren las desdichas de este mundo,
Hasta que todas sus
enfermedades hayan sanado,
Que yo pueda convertirme
para ellos
En el médico, el enfermero y
la medicina misma.
Produciendo un diluvio de comida y de bebida,
Que yo pueda despejar los lamentos de la sed y del hambre.
En las épocas marcadas por la escasez y el deseo
Que yo pueda aparecer como bebida y sustento.
Que yo pueda convertirme en
un rico tesoro,
Estando cerca de ellos y a
su alcance,
Como fuente variada de todo
lo que puedan necesitar.
Y todos mis méritos conseguidos y por conseguir,
Los doy sin conservar nada
Para que beneficien a todos los seres.
Al igual que la tierra y los
elementos que todo lo penetran,
Tan duraderos como el mismo
cielo,
Para ilimitadas multitudes
de seres sensibles,
Que yo pueda ser su base y
sostén.
A todos aquellos que viven,
Aunque estén tan alejados como los límites del cielo,
Que yo pueda proporcionar sostén y modos de vida
Hasta que puedan ir más allá de los límites de sufrimiento.
Práctica y compasión es lo que nos transforma de bebés en adultos espirituales, de bodhisattvas en Buddhas completamente realizados. La única forma en la que podemos mostrar nuestra gratitud al Buddha por su sacrificio, su esfuerzo, y su compromiso a nuestra salvación, la única forma de recompensarle su benevolencia y compasión es seguir su ejemplo: despertarnos a la Verdad y ayudar a otros.
miércoles, 4 de diciembre de 2019
lunes, 2 de diciembre de 2019
RAICES DE LA INDIA: BUDISMO, AHIMSA Y SATYAGRAHA 02/DIC/2019
Quiero expresar mi
profunda gratitud a la India por todo lo que nos ha dado. Visité a la India 3
veces en mi vida. Y cada vez estaba transformado por la belleza y sabiduría que
se encuentran en este país. Una de las cosas que estoy más agradecido a la
India es por darnos una bellísima flor de su cultura, el budismo. Como monje
budista, mi vida se ha transformado por la sabiduría, filosofía, y métodos de
transcendencia, todo lo que tiene su origen en la India. Hoy me gustaría compartir
algo de esta apreciación por este país tan hermosa y enigmática que continúa
informando y transformándome en mi vida cotidiana.
domingo, 1 de diciembre de 2019
TOMANDO TÉ CON BUDDHA: Mondo y Dokusan Charla Dharma 01/DIC/2019
TOMANDO TÉ CON BUDDHA:
Mondo y Dokusan
Charla Dharma 01/DIC/2019
Ven. Dr. Hyoenjin Prajna
Una vez después de una charla pública del
Maestro Zen Seung Sahn, un hombre le preguntó, “¿Cuál es la diferencia entre
usted y yo?” El hombre estaba preguntando “¿Qué es un maestro zen?” El Maestro
Seung Sahn le contestó diciendo, “Corrijo mis errores más rápido.” (Verkuilen,
52)
Esta respuesta del
Maestro Seung Sahn demuestra la importancia del maestro en la práctica del zen.
No es una cuestión de nunca cometer un error en la vida, sino aprender cómo
admitir tus errores, tomar responsabilidad por ellos, y hacer todo lo posible a
corregirlos. Así que el maestro enseña con su ejemplo. Debe ser congruencia
entre su conducta y lo que platica sobre la ética y correcta situación,
correcta relación, y correcta función. El maestro debe enseñar al alumno cómo
sentarse, cómo disciplinar su mente, cómo trabajar con los Kong-ans, y el
alumno depende de la sabiduría y habilidad del maestro para guiarle en el
camino espiritual. Sin el empujón constante del maestro, ¿cuántas personas
alcanzarían la iluminación? Aunque el maestro no puede dar la iluminación, sin
embargo, representa una mano extendiéndose hacia el discípulo desde la otra
orilla, siempre listo para proveer cualquier ayuda que necesite. (Thien-An,
127)
Pero más que nada, un
maestro zen es un ejemplo para seguir. Según Confucio, un maestro no es sólo
alguien que educa a una persona intelectual y académicamente; sino es, además,
un ejemplo de la vida virtuosa, alguien entregándose a través del amor por sus
alumnos… El maestro puede ayudar porque ha realizado cierta cantidad de
sabiduría y compasión. (Thien-An, 149)
Se
puede preguntar, ¿sabiduría de qué? Un sabio maestro una vez la definió así:
“Sabiduría es saber a qué prestar atención y qué
ignorar.” ~ Wonji Dharma
Muy a menudo, prestamos demasiada atención a detalles insignificantes, por ejemplo, si el zen es una religión o una filosofía. El zen no es una filosofía o una religión. El zen trata de liberar la mente de la esclavitud de las palabras y la restricción de la lógica. El Zen, en su esencia, es el arte de ver la naturaleza del propio ser y señala el camino desde la esclavitud hasta la libertad. El Zen señala algo antes de pensar, antes de todas tus ideas. A veces se le llama religión y a veces se le llama filosofía. Elija el término que prefiera; simplemente no importa…Lo que sí se debe prestar mucha atención es a tu práctica para que te despiertas a la verdad de que eres tú y todos nosotros Buddha. Los budistas zen prestan menos atención a las escrituras como medio de aprendizaje que a los diversos métodos para practicar el zen. La forma más común de enseñanza es que la iluminación se comunique directamente del maestro al alumno. (BBC)
Aunque el maestro puede
señalar la dirección, no obstante, tienes que caminar el camino espiritual por
ti mismo. Nadie puede hacerlo por ti. El maestro sólo puede señalar la
dirección, advirtiéndote de los baches en el camino. La maestra Zen Meiten
McGuire una vez me contó una historia de cómo el zen funciona en nuestro
proceso de descubrir la verdad. Dijo que es como si estuvieras caminando a casa
al final del día, y tienes que pasar por un bosque. Por falta de luz y las
sombras, no ves un bache en el camino, y caes adentro. Aunque te sientes
molesto con la situación, tienes que levantarte y salir del bache tú mismo. El
segundo día, sigues el mismo camino, pero por falta de atención, olvidando lo
que pasó el día anterior, caes de nuevo en el bache. Ya estás muy enfadado por
haber caído otra vez en el mismo bache. Sin embargo, tienes que levantarte y
salir del bache tú mismo. El tercer día, llegas al mismo bache en el camino,
pero esta vez te das cuenta de que está allí, y puedes caminar alrededor del
bache sin caer adentro. En el cuarto día, decides tomar un diferente camino, un
que es más confiable y mejor iluminado, libre de baches. El maestro zen es el
que te informa del otro camino más seguro. Y conoce este camino porque lo ha
recorrido sí mismo.
Así que tenemos que
prestar atención a nuestro camino, nuestra práctica espiritual. Si andas
despistado, vas a caer una y otra vez. Pero si puedes seguir el ejemplo y el consejo
del maestro, evitas muchos problemas en la vida y descubres un camino más
seguro recorrer para llegar a casa. Para eso, el maestro te invita a su propia
casa para compartir un té y platicar un rato. Esto se llama dokusan. Según el
Diccionario Conciso de Budismo y Zen:
En japonés, “dokusan” significa “ir
solo (doku) a uno más alto (san), o sea, la reunión de un alumno zen con su
maestro en la reclusión del cuarto del maestro. Dokusan es entre los elementos
más importantes en el entrenamiento Zen. Provee al alumno una oportunidad en
privado presentar a su maestro todos los problemas relacionados a su práctica
de zazen y demostrar el estado de su práctica en el encuentro con el maestro
para probar la profundidad de su experiencia Zen.
Además,
estas pláticas entre el alumno y el maestro se llaman “mondo”, el cual
significa “preguntas y respuestas”:
El
mondo es un diálogo zen entre el maestro y un alumno en el cual el alumno
presenta una pregunta sobre el budismo o algún problema existencial que le ha
profundamente inquietado y el maestro, sin recursos en cualquier forma a la
teoría o la lógica, responde de una forma que invoca la respuesta desde lo más
profundo del mente-corazón del alumno.
Muchos
mondos transmitidos por los años se volvieron Kong-ans. Ejemplos de estos son
los siguientes:
Un monje una vez preguntó a su maestro, “¿Qué
es Buddha?” El maestro dijo, “Tres libras de lino.”
Ta-mei una vez preguntó a Ma-tsu, “¿Qué es
Buddha?” Ma-tsu dijo, “No mente, no Buddha.”
Un monje preguntó a Chao-chou “¿Cuál es el
significado de la venida del Patriarca del oeste?” Chao-chou dijo, “El roble en
el jardín delantero.”
Tres preguntas similares. Tres respuestas enigmáticas. ¿Cómo
entenderlas? Les invito visitarme en dokusan y mediante nuestro mondo
contemplaremos sus significados para que despierten a la mente de Buddha y
lleguen a la otra orilla de Nirvana.
Bibliografía
BBC. Religions. Zen Buddhism.
Kohn,
Michael. (2010) Trans. A Concise Dictionary of Buddhism and Zen.
Shambhala: Boston.
Thien-An,
Thich. (1975). Zen Philosophy and Zen Practice. Dharma Publishing:
Berkeley, CA
Verkuilen,
Bárbara. (2011). Dokusan with Dogen. Firethroat Press: Madison,
Wisconsin.
lunes, 25 de noviembre de 2019
ÁRBOL SAGRADO Charla Dharma 24/NOV/2019
ÁRBOL SAGRADO
Charla Dharma 24/NOV/2019
Ven. Dr. Hyoenjin Prajna
He aquí una
hoja del árbol de bodhi debajo del cual el Buda se despertó. ¿Qué significa
esta hoja, este árbol, esta hazaña para nosotros hoy en día?
El Buda y sus
enseñanzas siempre han estado estrechamente asociados con la naturaleza, con un
alto significado espiritual particularmente vinculado a los árboles. El
simbolismo de los árboles ha transmitido efectivamente el Buda-Dharma a lo
largo de los años, y es particularmente relevante para nuestro tiempo actual debido
a la preocupación ecológica y la crisis ambiental. La asociación del Buda con
la naturaleza refleja su rechazo de la seguridad, la estructura y el confort de
la vida familiar, que a su vez fue un rechazo de la sociedad de su época
plagada de agitación urbana, guerras, estrés, crecimiento económico acompañado por
agresión y competencia. Al retratar al Buda históricamente como cercano a la
naturaleza, destaca su búsqueda de una Verdad más profunda basada en la
armonía, la simplicidad, la belleza, la compasión y la paz. Al mismo tiempo, el
simbolismo de los árboles a lo largo de la vida y la historia de Buda ha
transmitido una sensación de refugio, protección, curación, belleza y paz,
todas cualidades que transmiten las enseñanzas básicas del Dharma hacia el
logro del Nirvana. Qué imagen más efectiva que el Buda sentado tranquilamente
en la sombra fresca de un árbol para ilustrar la paz, la tranquilidad y el fresco
reposo de uno libre de ansia y anhelo, cuando los fuegos de deseo se han
extinguido, y uno está en armonía con el mundo y consigo mismo (Armstrong,
2001).
De hecho, cada evento importante en la vida
del Buda estuvo asociado de alguna manera con los árboles: nacimiento,
iluminación, primeras enseñanzas y muerte. En ciertos relatos, la madre del
Buda lo dio a luz debajo del árbol ashoka. La palabra "ashoka"
significa “sin tristeza”, de ahí el árbol sin tristeza. Tal vez esto transmita
que, aunque la madre de Buda murió debido al parto, no hay tristeza, ya que dio
a luz un ser espiritualmente grandioso que curaría la tristeza y el sufrimiento
(Árboles y Budismo, 2012). Las brillantes flores de color amarillo anaranjado
de este árbol se vuelven rojas antes de marchitarse mostrando la transformación
que uno atraviesa en la práctica espiritual a medida que evoluciona en su
apertura hacia su verdadero ser y finalmente brilla intensamente antes de que
el cuerpo finalmente se desvanezca, como cuando el Buda, al final de su vida
terrenal, alcanzó el Paranirvana. En este momento había luces en el cielo y el
ruido de terremotos sacudiendo la tierra, y las flores de los árboles se
abrieron fuera de temporada, cubriéndole al caer, mientras su cuerpo desvaneció
(Armstrong, 2001).
Buda nació bajo un árbol del norte de la
India, que se llama sal, del cual su madera se usa como astringente e incienso
y su aceite ilumina las lámparas. Igualmente Buda cura el deseo limpiando las heridas
del sufrimiento. Su Dharma es dulce y atractiva como el mejor incienso, revelándonos
la práctica espiritual. A fin de cuentas, es nuestra lámpara cuya luz nos guía
al Nirvana. (Árboles y Budismo, 2012).
Cuando Buda era niño, su primera profunda experiencia
espiritual fue a la sombra de un árbol rosa-manzano. Entró en trance mientras observaba los
movimientos repetitivos de un granjero arando sus campos, desenterrando
hormigas y arrancando plantas. El niño sintió compasión por estas criaturas y
plantas. Pero al mismo tiempo, sintió alegría y paz sentado en la sombra del rosa-manzano.
Esta experiencia formó la basa de la meditación, la contemplación, y el cultivo
espiritual luego en su vida. (Armstrong, 2001).
Los primeros sermones
del Buda que inauguraron su carrera misionera tuvieron lugar en un bosque de
árboles (Silva, 2005-2012). Sin embargo, el más sagrado de todos los árboles en
el budismo es el árbol de Bodhi, bajo el cual el Buda alcanzó la iluminación.
El árbol de Bodhi tiene un profundo significado espiritual para los
practicantes budistas. Siendo el lugar de su iluminación en el norte de la
India, el árbol de Bodhi tiene santidad geográfica, un objeto de peregrinación
espiritual. Este árbol es un arquetipo del árbol mundial encontrado en
iconografía de muchas religiones del mundo. Sus raíces se adentran en las aguas
del infinito. Sus ramas y hojas soplan en los vientos del vacío. Está iluminado
por la clara luz de la sabiduría. Es un refugio de los tigres y dragones del
deseo. Sus hojas son verdes con la primavera y sus poderes regenerativos. Su fruto
representa el conocimiento del Dharma y la sabiduría que aporta al comprender
vidas pasadas,
la unidad y la inmortalidad. Este árbol mundial une todos los
mundos. El árbol de Bodhi es una representación simbólica de nuestro
crecimiento hacia la liberación. Es un viaje al infinito, como una pequeña
semilla que se abre para crecer y liberar la mente. Su semilla crece más allá
de los límites de este cuerpo y sus ramas crecen hacia lo Infinito mientras que
sus raíces se apoyan firmemente en el suelo de la vida cotidiana. (La
meditación del árbol Bodhi, 2012)
La adoración a
los árboles era común en la época del Buda. Se cree firmemente en la India que
espíritus y dioses habitan en árboles particularmente grandes y nudosos y estos
seres pueden conceder favores a los que les honren (Dhammika, 2010, 2011). Los
árboles proporcionan refugio y protección.
Se cuenta que
el joven Asceta Gotama (el nombre del Buda antes de su Iluminación) practicaba
ayunas tan severas, que se veía como un esqueleto.
Ahora, en un pueblo cercano llamado
Senani, vivía una niña joven, muy hermosa y rica llamada Sujata, que quería un
esposo de igual rango y un hijo. Había esperado durante muchos años y no tuvo
éxito. La gente le dijo que debía ir a cierto árbol de higuera cerca del río
Neranjara y rezarle al dios del árbol para que le diera un esposo y un hijo.
Ella hizo lo que la gente le dijo y más tarde se casó con un joven y tuvieron
un hijo encantador. Estaba extremadamente feliz y decidió cumplir su promesa al
dios del árbol por darle todo lo que había pedido.
Sujata
tenía mil vacas, y las alimentó con enredaderas dulces para que la leche de
vaca fuera dulce. Ordeñó estas mil vacas y alimentó con esa leche a quinientas
vacas, y luego alimentó con su leche a doscientas cincuenta vacas y así
sucesivamente hasta que alimentó solo ocho vacas. Ella hizo esto para obtener
la leche más dulce y nutritiva, para hacer un delicioso arroz con leche como
una ofrenda al dios del árbol.
Mientras hacía esto, se sorprendió al ver
a su sirviente corriendo de la limpieza y preparando el área al pie del árbol
de higuera. Muy feliz y emocionado, el sirviente dijo: "¡Mi señora Sujata!
El dios de la higuera está meditando al pie del árbol. Qué suerte tienes de
tener al dios en persona para aceptar tu comida".
Sujata
también estaba feliz, emocionada y bailaba de alegría con el sirviente. Luego
se esforzaron aún más para preparar el arroz con leche, vertiéndolo en un cuenco
dorado.
Tomando
el delicioso arroz con leche, ambos fueron al árbol de higuera y Sujata vio lo
que ella percibía como un hombre santo. Era guapo y de aspecto dorado y se
sentaba serenamente en meditación. Ella no sabía que él era, de hecho, Asceta
Gotama. Ella se inclinó con respeto y dijo: "Señor, acepta mi donación de
arroz con leche. Que tengas éxito en obtener tus deseos como yo".
El asceta Gotama se comió el dulce y
espeso arroz con leche y luego se bañó en el río Neranjara. Esta era la última
comida y baño que tendría en siete semanas. Cuando terminó, tomó el cuenco
dorado y lo arrojó al río, diciendo: "Si tengo éxito en convertirme en un
Buda hoy, deje que este cuenco vaya río arriba, pero si no, déjelo ir río
abajo". El cuenco dorado fue río arriba, todo el tiempo manteniéndose en
el medio del río. (Buddhanet, 15)
Así que, por su dedicación y devoción al árbol,
Sujata pudo realizarse como madre, esposa y primera seguidora laica del Buda.
Todo su preparación y purificación de la leche de su ofrenda nos recuerda de
nuestra propia práctica de cultivo y disciplina espiritual. En agradecimiento,
ella le ofrece lo mejor de sus labores, y como acto de compasión, le ofrece
arroz con leche. Pero Asceta Gotama, como nosotros, no se quedó apegado al
vehículo de esta compasión, el cuenco dorado, y lo arroja al río. Así, cada
día, arrojamos nuestros apegos al río, y seguimos nuestro camino y práctica,
testigos a los milagros y bendiciones que se manifiestan a nuestro alrededor,
como el cuenco dorado flotando río arriba en el camino medio. Eventualmente
nuestra práctica da fruto. Ya Asceta Gotama siente la fuerza y determinación
para enfrentar el reto final:
El héroe se paseó por las orillas del río.
La noche descendió lentamente. Las flores cansadas cerraron sus pétalos; una
dulce fragancia surgió de los campos y jardines; los pájaros ensayaron
tímidamente sus canciones finales del atardecer.
Fue
entonces cuando el héroe caminó hacia el árbol del conocimiento.
El
camino estaba rociado con polvo de oro; palmeras raras, cubiertas de piedras
preciosas, se alinearon en el camino. Rodeó el borde de un estanque cuyas
benditas aguas exhalaron un perfume embriagador. Lotos blancos, amarillos,
azules y rojos extendieron sus pétalos masivos sobre la superficie, y el aire
resonó con las claras canciones de los cisnes. Cerca del estanque, debajo de
las palmeras, ninfas bailaban, mientras que en el cielo los dioses admiraban al
héroe.
Se
acercó al árbol. Al costado del camino, vio a Svastika, el segador.
"Son
tiernos, estas hierbas que estás cortando, Svastika. Dame un poco de hierba;
quiero cubrir el asiento que ocuparé cuando alcance el conocimiento supremo.
Son verdes, estas hierbas que estás cortando, Svastika. Dame un poco de hierba,
y algún día conocerás la ley, porque te la enseñaré, y tú puedes enseñarla a
otros ".
El
segador le dio al Santo ocho puñados de hierba.
Allí estaba el árbol del conocimiento. El
héroe fue al lado este del árbol y se inclinó siete veces. Tiró los puñados de
hierba al suelo y, de repente, apareció un gran asiento. La hierba suave lo
cubría como una alfombra.
El
héroe se sentó, con la cabeza y los hombros erguidos, la cara vuelta hacia el
este. Luego dijo con voz solemne:
"Incluso
si mi piel se reseca, incluso si mi mano se marchitara, incluso si mis huesos
se desmoronaran en polvo, hasta que haya alcanzado el conocimiento supremo, no
me moveré de este asiento".
Y
se cruzó de piernas. (Harold, 1922, 87-88)
Así se sentó Gotama,
quieto e inmóvil, determinado alcanzar el conocimiento supremo y liberarse de
la vida y la muerte, la ilusión y el sufrir. Este es nuestra forma también. Nos
sentamos sobre nuestro asiento, un cojín redondo, un banquito de madera, o una
silla sin respaldo. El sentarnos rectos sin mover hasta lograr la liberación es
un acto simbólico que realizamos cada día. Nos sentamos bajo el árbol de bodhi,
el árbol de conocimiento, el árbol de nuestro espino dorsal con sus ramas de
nervios cerebrales extendiéndose a través de nuestra mente. Allí, en el
silencio y la paz, contemplamos, “¿Quién soy?” En el silencio antes del pensar,
enfrentamos Mara.
El
ejército de Mara era una visión aterradora. Se erizaba con picas, flechas y
espadas; muchos llevaban enormes hachas de batalla y palos pesados. Los
soldados eran negros, azules, amarillos, rojos y sus caras eran aterradoras.
Sus ojos eran crueles llamas; sus bocas escupían sangre. Algunos tenían las
orejas de una cabra, otros las orejas de un cerdo o de un elefante. Muchos
tenían cuerpos con forma de jarra. Uno tenía las patas de un tigre, la joroba
de un camello y la cabeza de un burro; otro tenía melena de león, cuerno de rinoceronte
y cola de mono. Había muchos con dos, cuatro y cinco cabezas, y otros con diez,
doce y veinte brazos. En lugar de adornos, llevaban mandíbulas, calaveras y
dedos humanos marchitos. Y sacudiendo sus peludas cabezas, avanzaron con una
horrible risa y gritos salvajes:
"Puedo
disparar cien flechas a la vez; agarraré el cuerpo del monje". "Mi
mano puede derrumbar el sol, la luna y las estrellas; qué fácil será aplastar a
este hombre y su árbol". "Mis ojos están llenos de veneno: se
secarían el mar; lo miraré y se quemará en cenizas".
Sarthavaha,
el hijo de Mara, guardó silencio mirando la escena. Algunos amigos se habían
reunido a su alrededor y decían:
"¡Tontos!
Crees que está loco porque medita; crees que es cobarde porque está tranquilo.
Eres tú quien está loco, eres tú quien es cobarde. No conoces su poder; por su
gran sabiduría los va a derrotar a todos. Si sus números fueran tan infinitos
como los granos de arena en las orillas del Ganges, no molestarían ni un solo
pelo de su cabeza. ¡Y creen que pueden matarlo! ¡Oh, regresen! No intenten
dañarlo; inclínese ante él con reverencia. Su reinado ha llegado. Los chacales
aúllan en los bosques cuando el león está lejos, pero cuando el león ruge, los
chacales se escapan aterrorizados. ¡Tontos, tontos! Gritan con arrogancia
mientras el maestro guarda silencio, pero cuando el león habla se irán
corriendo."
El
ejército escuchó con desprecio estas palabras de sabiduría pronunciadas por
Sarthavaha y sus amigos. Siguió avanzando.
Antes
de atacar al héroe, Mara trató de asustarlo. Despertó contra él la furia de los
vientos. Los vendavales feroces se precipitaron hacia él desde el horizonte,
arrancando árboles, devastando pueblos, sacudiendo montañas, pero el héroe
nunca se movió; ni un solo pliegue de su túnica estaba perturbado.
El Maligno convocó
las lluvias. Cayeron con gran violencia, sumergiendo ciudades y cicatrizando la
superficie de la tierra, pero el héroe nunca se movió; ni un solo hilo de su
túnica estaba mojado.
El
Maligno hizo rocas ardientes y las arrojó al héroe. Se apresuraron por el aire
pero cambiaron cuando se acercaron al árbol, y cayeron, no como rocas, sino
como flores.
Luego,
Mara ordenó a su ejército que soltara sus flechas contra su enemigo, pero las flechas
también se convirtieron en flores. El ejército corrió hacia el héroe, pero la
luz que difundió actuó como un escudo para protegerlo; las espadas se
estremecieron, las hachas de batalla fueron abolladas por ella, y cada vez que
un arma caía al suelo, también se transformaba en una flor.
Y,
de repente, llenos de terror al ver a estos prodigios, los soldados del Maligno
huyeron.
Y
Mara se retorció las manos con angustia, y lloró:
"¿Qué
he hecho para que este hombre me derrote? ¡Porque no son pocos, aquellos cuyos
deseos les he concedido! ¡A menudo he sido amable y generoso! Esos cobardes que
huyen podrían dar testimonio de eso".
Las
tropas que aún estaban cerca respondieron:
"Sí,
has sido amable y generoso. Lo atestiguaremos".
"Y
él, ¿qué prueba ha dado de su generosidad?" continuó Mara. "¿Qué
sacrificios ha hecho? ¿Quién dará testimonio de su amabilidad?"
Entonces
una voz salió de la tierra y dijo:
Mara
quedó boquiabierta de asombro. La voz continuó:
"Sí,
yo, la Tierra, yo, la madre de todos los seres, daré testimonio de su
generosidad. Cien veces, mil veces, en el curso de sus existencias anteriores,
sus manos, sus ojos, su cabeza, su cuerpo entero han estado al servicio de los
demás. Y en el curso de esta existencia, que será la última, destruirá la
vejez, la enfermedad y la muerte. Mientras te supera en fuerza, Mara, incluso
así te supera en generosidad. "
Y
el Maligno vio a una mujer de gran belleza emerger de la tierra, hasta la
cintura. Ella se inclinó ante el héroe, y juntando las manos, dijo: "¡Oh,
el más santo de los hombres! Soy testigo de tu generosidad".
Y
Mara, el malvado, lloró porque había sido derrotado. (Harold, pp. 91-95)
He aquí una
hoja del árbol de bodhi, la que representa la fuerza vital unificándonos todos,
ya que todos somos las hojas del mismo árbol Supremo, la Naturaleza
Fundamental, la Madre Matriz de todo. De
hecho, en la historia de Kalingabodhi Jataka, el Buda indica que el Árbol de
Bodhi podría ser utilizado como un objeto de veneración, homenaje y respeto por
los devotos en ausencia del Buda. (Hoja Bodhi, 2012) En homenaje a este gran
logro, los invito sentarse conmigo bajo el árbol de Bodhi el próximo 7-8 de
diciembre. Sean la luz que vence la oscuridad.
BIBLIOGRAFÍA
Armstrong, Karen. (2001). Buddha. Penguin LIVES Series.
A View on
Buddhism. General Buddhist Symbols.
Accessed
May 25, 2012.
“Bodhi Leaf”. Art and Culture: Symbols.
Accessed May 25, 2012
Buddhanet. The Life of Buddha. Buddha Dharma
Education Association and Buddhanet.
Accessed
Nov. 23, 2019
Dhammika,
Shravasti. (2010, 2011) “The Buddha and
Trees I, II, and III.”
Accessed May 25, 2012.
EcoDharma. “Is Buddhism Anti-Nature?”
Written for a seminar at Madhyamaloka on
the topic of Buddhism and Nature.
Accessed May 25, 2012.
Guide
to Buddhism A to Z. “Trees”.
Accessed May 25, 2012.
Harold, A.
Ferdinand. The Life of Buddha.
Accessed Nov. 23, 2019.
Silva, Lily de. (2005-2012). “The Buddhist Attitude Toward
Nature.”
Accessed
May 25, 2012 .
“The Bodhi Tree
Meditation: A Buddhist Spiritual Practice Based on the Buddha's Night
of Liberation”
Accessed May 25, 2012
http://www.wisdom-tree.com/index.html
Trees and
Buddhism.
Accessed May 25, 2012.
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