La siguiente historia ilustra la importancia de la acción en el budismo zen. Una vez en la antigua China, vivía un gran erudito budista. Había estudiado las escrituras con diligencia, sabía pasajes completos de memoria y podía exponer los textos extensamente tanto de boca como de pluma. Sin embargo, a pesar de su aprendizaje, se había confundido debido a las muchas cosas contradictorias que encontró en sus estudios. Pasó de un maestro a otro buscando resolver sus dudas, pero esto sólo lo dejó más confundido.
Entonces, un día se enteró de que un famoso maestro Zen residía en un templo cercano. Fue a ver al Maestro y tras saludarlo respetuosamente, le preguntó: “Podría decirme, Venerable Señor, ¿cuál es la esencia del budismo? He leído muchos libros y sólo me he confundido más. Por favor, ayúdeme a resolver mis dudas”. El maestro le sonrió y respondió: “Yo también he leído muchos libros y practicado durante muchos años, pero no puedo decirte nada mío. Pero permíteme recitarte un pequeño gatha (poema) que puede contener la respuesta que estás buscando.”
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