La segunda meta del Budismo Zen se llama en japonés Kenshogodo. Kenshogodo significa ver o darse cuenta de la verdadera naturaleza de uno, y el término es equivalente a satori, o iluminación. Alcanzar Kensho es darse cuenta de nuestra naturaleza búdica que existe dentro de nosotros mismos, ver que no existe diferencia fundamental entre el Buda y nuestra propia esencia más íntima. Kensho implica no solo la autorrealización, sino también la realización de los demás.
Cuando nos damos cuenta de que no podemos existir solos, que no existimos en un estado de aislamiento sino en un estado de interdependencia, eso es Kensho. Pero hay muchos niveles de Kensho, que van desde un breve destello de comprensión del reino de la verdad hasta la realización completa y permanente de la mente del Buda.
La terminología usada para describir Kensho también difiere mucho. Puede llamarse la realización de la Mente infinita, de la unidad de todos los seres, de la no diferenciación del uno mismo y otros, del sujeto y el objeto, Nirvana y Samsara, etc. Kensho también podría describirse como la verdad de que "todo es uno, el uno es nada (mu), y nada es todo".
El logro de Kensho es especialmente enfatizado por Zen Rinzai. Según las enseñanzas de Rinzai, no basta con aceptar la verdad de que todo ser viviente tiene una naturaleza de Buda. Lo que uno debe hacer es darse cuenta de esa verdad. Para lograr esta comprensión, la escuela Rinzai ha desarrollado una serie de técnicas dinámicas, la más famosa es el mondo, un breve intercambio de preguntas y respuestas entre maestro y discípulo, y el koan, un tema filosófico, una palabra o una frase que no se puede resolver intelectualmente y, por lo tanto, se le da al estudiante Zen para ayudarlo a atravesar su mente conceptual hacia el reino más allá del pensamiento.
Una persona que reconoce su naturaleza búdica afirma Zen Rinzai, también reconoce la naturaleza búdica de todas las cosas. A través del kensho se descubre que una misma y los demás no son diferentes, que no hay distinción entre ella y el universo. Entonces, puede ver que “ella es una extensión de otros, y otros son una extensión de ella; entre todas las personas no hay distinción.”
Mientras pensemos en términos de conciencia del ego, somos seres distintos. Pero cuando nos deshacemos de la tiranía del ego en un destello de Satori, vemos que somos, en la raíz, uno. Cuando alguien es feliz, somos felices. Cuando somos felices, otras personas son felices. Si ayudamos a alguien, ese alguien también nos ayuda. ¿Por qué? Porque somos una extensión de otras personas.
El punto de vista sin ego tomado por Zen es contrario al egocéntrico punto de vista occidental. En Occidente se piensa que todo gira en torno al "yo". Incluso cuando se escribe en primera persona singular en inglés, se hace con mayúscula. En el Oriente, en China o en Japón, cuando se escribe en primera persona singular, normalmente usa una letra pequeña que ocupa únicamente la mitad del espacio de las otras letras. Esto es porque en el oriente traten de minimizar la importancia del “yo” o ego.
Así, nos encontramos que el budismo enseña la no existencia del principio del ego mientras el hinduismo enseña la eliminación del egotismo por medio de la subordinación del yo individual al yo universal o Atman. En la misma línea encontramos que la gente oriental suele ser muy humilde. Cuando un hombre rico en el Oriente invita a un amigo a su hogar, incluso si él vive en un lugar grande y lujoso, le pide a su amigo que venga a visitar su humilde choza. Esto muestra una gran humildad que se necesita con urgencia en el Occidente.
De nuevo, en chino y japonés, cuando un hombre escribe una carta, usualmente dirige al destinario como sensei, un término de respeto que quiere decir maestro o a veces dignatario; si escribe la carta a un compañero de clase, tal vez se dirija hacia él como gakukei, que quiere decir hermano mayor de estudio. ¿Sabes por qué la gente oriental se dirige a otros como sensei o maestro? Porque todos nos pueden enseñar algo. Cada individuo tiene un regalo especial, ya sea conocimiento, o carácter o habilidad. Es por ello por lo que todos podemos ser maestros de todos.
El mutuo amor y respeto que fluyen del descubrimiento de la naturaleza búdica de cada ser, es también un tipo de kensho. Kensho no solo significa la autorrealización de uno, sino también la realización de unidad con otros. Compartir la felicidad y el sufrimiento de otros es kensho, al igual que deleitar su prosperidad y trabajar para su bienestar. Kensho se puede encontrar en el sentido de unidad con otra persona, con las flores en el jardín, con las rocas, hojas y musgo, con los peces nadando en el estanque, con el movimiento de las nubes en el cielo, con el reino de la naturaleza en su conjunto.
Una maestra Zen, a través de su práctica de meditación, tal vez prolongue su experiencia de kensho hasta que abrace un período prolongado de su conciencia, pero para la gente común, con mentes de mono, kensho viene como un relámpago y luego desaparece. Para desarrollar nuestro kensho debemos practicar la meditación; entonces cuando kensho se haga permanente, completo y perfecto, ese es el estado de budeidad.
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